La verdad







                          Don Carmelo











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@Belbaltodano  +Bernardo Enrique López Baltodano









-         La verdad…Es que ya no sé qué puedo esperar de esta vida… - Dijo mientras hacía que chequeaba el techo de su casa.
Un hálito de dudas y suspiros embargó su ser.
Lo contemplaba en esas sus disquisiciones momentáneas.
Miraba y chequeaba con un aparente interés, pero yo sabía que era una forma suya de evadir en algo el tema que empezamos a tratar.
Es don Carmelo, quién está en su fase de “filosofo” digo esto porque me recibió en su casa, en primera instancia lo noté muy feliz, pero en la medida en que fuimos charlando, pues lo comienzo a ver un tanto “desinflado” y no era para menos      -pienso yo-     que al enrumbarse en sus tantos recuerdos, algo que le pasó por sus recuerdos…Lo hizo trastabillar y hasta apesadumbrarse… ¡Ah los años no pasan en balde!
Creo que lo alteró. En algo, pero me lo puso mas pesimista.
-         Ya me estoy empezando a sentir cansado… - (Y mientras lo escuchaba me imaginaba ¿qué podía esperar? este “viejo roble” que ya está rondando sus noventa años…Y todavía lo veo lucido.)
-         Ya hasta me está costando levantarme cada madrugada (Porque sabrás que mi día comienza alrededor de las cuatro y media.) Me pongo a preparar mi propio café. Agarro la escoba y me pongo a barrer todo ese enorme patio que tiene mi hijo y su conyugue.
A recoger cuanta basura encuentre. En fin. Cada día hago lo mismo.
Y casi siempre, oigo a mi nuera cuando aun no he terminado en mis oficios, que me llama para que me vaya a desayunar. (Ella se ha tomado para sí misma el oficio de prepararme mi comida.  –Cosa que se lo agradezco-  Porque si no fuera por ella. ¿Qué sería de mí?) – Hizo un alto en su hablar, se levantó y comenzó a buscar algo en la pared.
…Y busca que busca…Cómo si algo de repente se le hubiese extraviado.  ¡Y era tanto esa forma de buscar!
Qué me preocupó, pues lo vi que raspaba con su mano derecha algo que había sobre la superficie,             -qué yo no supe qué era-    (Y eso llamó poderosamente mi atención. Pero a la final…Como que no había nada y retornó a su silla, sin agregar nada. Tan solo me quedé viéndolo en todo momento.)
-         ¿Qué estábamos charlando…? – Me preguntó de repente y sin esperar respuesta de mí parte, repuso vigorosamente su hablar…
-         ¡Ya! ¡Ya me recuerdo!  ¿…Sabes que es lo mas que preocupa…?
-         No. ¿Cómo he de saberlo? Dígame usted… - Pero en vez de responderme, se me quedó mirando con un tipo de mirada que me alarmó; pues aunque me enfocaba, ¡no me estaba viendo! (Estaba ya incómodo, cuando de repente…) cambiando de posición me dijo…
-         Tengo sueño. – Me dijo de repente. Me sentí un tanto desconcertado.
Sin embargo, me quedé en suspenso, para ver ¿qué otra cosa me podía añadir? O en caso contrario…Irme. ¿Qué otra cosa podía hacer yo…?
-         ¿Ya comiste?
-         ¿Comer? ¿A esta hora…? No. No tengo hambre alguna.
-         Lo sospeché desde un principio… - Me dijo mientras se sonreía.
-         ¡Aquí tengo unos mangos…Qué sé que mucho te gustan! ¿Quieres?
-         ¿Y cómo le digo que no…? Si bien sabe que deliro por uno de esos frutos. – En el acto se levantó y buscó en una caja de cartón que tenía muy bien camuflada, detrás de muchas cosas viejas.
-         Aunque, ¡ahora que me estoy acordando! ¿Estábamos hablando de todos los problemas que hay en Venezuela…Cierto no? – Y dejó los mangos en su bolsa y se encaró en el siguiente tema (Mientras yo gritaba desde lo mas profundo de mi ser: ¡Primero deme los mangos…Y después si lo desea…Hablamos de todo cuanto desee! ¡Plis!) – Pero qué va, no escuchó mis ruegos, al contrario se enfrascó en sus palabras…
-         ¡A mí me llama poderosamente la atención lo que está pasando en Venezuela! – Me dijo mientras con su mano derecha se tomaba su barbilla y se quedaba en el limbo. Para después explotar de la siguiente forma…
-         ¿Yo te conté de que también viví en: Santa Bárbara del Zulia?
-         Claro. Claro en algún momento me habló de ello.
Pero: ¿Porqué no me da primero los mangos y después platicamos de lo qué usted desee…? – Me escuchó quizás por un microsegundo para después agregarme:
-         ¡A mí sí me han pasado cosas en esta vida! ¿Yo te conté de mi experiencias en: Panamá, Costa Rica y también en tú tierra: Nicaragua…? – Y luego se puso a narrarme esa historia (Que anteriormente también, me había ya narrado.) No me quedó otra opción que volver a escucharle…Sin modificar ni siquiera una coma.
Para cuando ya había concluido, volvió con su frasecita…
-         ¡A mí sí me han pasado cosas en esta vida!
-         ¡Ajá! – Le respondí en el acto, mientras me levantaba de mi asiento y me disponía a irme.
-         ¡Ah ahora que me estoy recordando! (Porque esta cabeza mía, cómo que no me quiere dar para mas!) Ahora que me estoy recordando y antes de que te vayas. Te decía que mi mama (La que me crió, no la verdadera) fue    -Porque sabrás que ya murió-   ¿No te he echado los cuentos con ella…? ¡Creo que sí!  …Pero bueno ya que te estás yendo…
¡Porque no te estoy echando! Pero bueno, cada quién es dueño de su destino.  ¿Y qué mas puedo hacer yo?
¡Bueno Besnaldo, que te vaya de lo mejor! – Y sin decirme nada mas dio media vuelta y trató de irse, hasta cuando se percató de que estábamos en su propia casa…Y que tenía que abrirme la puerta, para que yo me pudiese ir. ¡Pero bueno, qué mas se le puede pedir?
Don Carmelo está en sus noventa añitos de existencia.
El caso es que a la final, salí y me despedí de él. Y para cuando ya voy a mas de una cuadra de su casa: ¡Me detuve…! Y me dije a mí mismo
…Y ahora que me estoy recordando: ¡No me dio los mangos!







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