¿...Y para qué mas...?

Resultado de imagen para viejita con bastón

                                                            Google imágenes








Belbaltodano.blogspot.com

CUENTOS   NARRACIONES   RELATOS   POEMAS   LEYENDAS   NOVELAS


#belbaltodano                    @belbaltodano
#belbaltodanonarrando     #belbaltodanorelatando











“¿Y para qué seguir viviendo…?”






Cuando el mucho vivir, trae este tipo de vicisitudes
y te hace pensar…Meditar y hasta dudar
Porque; ¿para qué tanto vivir…?
Si luego te toca dormir…








Prolongada esa tarde en la que el bullicio de los transeúntes, aunado al sonido de diversas bocinas amparadas en esas colas interminables en donde muchos choferes de carros, autobuses y los diversos automotores; se degradan a bestias insensibles  en procura de sangre a costa de los pobres peatones que ‘abusan’ al pasar frente a sus potentes máquinas. ¡Qué desfallatez!
Caminaba en medio de ese caos tan cotidiano que nos hace ver normal, la forma como se abusa del mas débil   -y en este caso son los ancianos, las mujeres embarazadas y los niños-   que osen atravesar la calle sin el consentimiento y la aprobación de esos benditos seres que dejan su ‘humanidad’ por la premura.
Veo a una ancianita que por su edad tan avanzada, se le hacía muy difícil atravesar esa avenida.
(Y es que en esos momentos y contemplando lo que veo; es cuando pienso ¿Vale la pena vivir tanto…?)
Ante ella transcurrían a velocidades exorbitantes.
¡Zúas! ¡Zúas! Corren como ánima ¡que lleva el diablo!
¿Es que un segundo es tan importante?
Que son capaces de llevarse por delante; ¡todo lo que se les atraviese?
Plagando con su furor un ruido ensordecedor. Contaminando con smog y toda clase de partículas…
La ciudadana en cuestión, portaba un palo que le servía de bastón, con unos lentes tan enormes que  ¡por allá a lo lejos se les divisaban sus pupilas! Delgadita.
De apariencia muy frágil…Si hasta parecería que se iba a doblar en tres o en cuatros…O que el viento la elevara tal fuese un papagayo; en cualquier momento.
¡Qué angustiosa fragilidad!
Y casi en el acto me doy cuenta de una joven que al ver en el dilema en que se debatía esa noble dama antañona corrió en procura de ayudarla en lo que pudiera.
Y ya cerca, escucho a  la ancianita, cuya voz parece un suspiro escapado en lontananza…Con esa vocecita que parecía que se le iba a reventar.
- …Ay hija…Muchas gracias. No debiste molestarte por venir a ayudar a una vieja que ya nadie soporta. – Una hondonada de polvo se dispersó obstaculizándome el poder escucharla mejor. La viejita tosió con mucha premura, mientras la jovencita trataba de protegerla a toda costa.
(Era que pasó un camión, cuyo motor al acelerar con fuerza, soltó una llamarada de humo negro que se mezcló con el polvo del camino…Y su resultado fue: ¡nefasto!)
- No se preocupe doñita. – Le dijo la buena muchacha.
- ¿Va a atravesar la avenida…?
- Es que no me dejan. – Se quejó amargamente.
- Llevo ya rato y cuando lo intento… ¡Viene un carro a alta velocidad y me pita; para que no lo moleste!
…Ellos son los dueños y señores de las carreteras…
¿Y qué puedo hacer…? – Se refería a que hay muchos conductores que se molestan por verse obligados a detener sus máquinas, para que pase un anciano.
¡No quieren perder ni siquiera unos segundos en esto!
- Ya vamos a intentarlo de nuevo.
- Será para que me maten. A los viejitos como yo, ¡nos quieren matar esos desgraciados! – Le aseguró muy segura de lo que le hablaba. La chica volteó a ver si se podía en ese momento.
Pero estos pasaban en estampida.
Levantó su mano y pidió la colaboración; ¡pero los tipos se hacían los ciegos y aceleraban violentamente!
- ¿Viste? ¡Son unos asesinos! – Le recriminó molesta. – Ya tengo mucho rato y no me dejan pasar. – Concluyó con pesimismo.
Pasaron varios minutos y el flujo vehicular iba en crecimiento.
- Esperemos un rato mas. – Le aconsejó mientras le tomaba su mano en un vano esfuerzo para que esta no se le soltara y emprendiera ella misma ese cruce tan mortal.
Aprovechó un pequeño descenso y en un minúsculo instante se dibujó un espacio claro, que le indicaba que corriendo ambas quizás podrían transitar sin el mayor peligro; pero la centenaria señora daba muestras de no poder hacerlo.
¡Tremendo dilema se le estaba enfrentando!
Quería ayudarla…Pero ¿Cómo?
Corría el riesgo de que un conductor loco se las llevara por delante.
A la final, se unieron varios de los presentes y se ofrecieron a ayudar en tan complicado plan.
Uno a uno, se fueron desplegando.
(¡Qué hermoso el poder presenciar a unos ciudadanos que se unen para un bien común!  …No es muy frecuente; ¡pero cuando se esmeran…! Logran efectos mágicos y efectivos.  –Claro cuando les da “la gana”-)
Lentamente lograron con el concurso de todos, amansar a esa extraña bestia que clamaba por sangre.
Algunos se pararon   -no porque quisieran-   sino porque se vieron impedidos en poder avanzar en su recorrido.
¡Hasta que al fin! Movieron a la ya mortificada ancianita.
Todos siguieron con impaciencia el transitar tan lento y dificultoso de esa tan antigua señora.
Era muy gratificante el ser testigo de esto.
Quien creyendo que lo hacía a gran velocidad…Pero es que le costaba mucho mover cada una de sus marchitas piernas, mientras su ya desgastado cuerpo sufría los rigores de tan apresurado andar.
Pasado unos minutos, los que habían parado el tránsito vehicular,    -al ver que ya lo había pasado la viejecilla-    retornaron a sus diversas funciones y despejaron la vía para que los dichosos choferes pudieran reanudar su faena.
- ¡Ay hija Dios te lo pague! – Le bendijo la vieja tratando de ponerle la mejor de su cara.
De repente se percató de un hermoso collar que portaba la joven en cuestión y sin perder un solo instante, le preguntó…
- ¿Y esa joya tan preciosa…Es tuya…? – Ruborizándose le respondió…
- …Un recuerdito de mi Santa Madre…
- ¿Y cuánto le costó…?
- ¡Mucho! Fue un regalo de su madre; y ella me lo heredó…
- ¡Pero debe costar una fortuna! – Y diciéndole esto, le arrancó la prenda del cuello de la chica…Ante la mirada atónita. Quién se llevó sus manos, pero ya no estaba allí.
La anciana la tenía en sus manos y de repente…
Miró a un lado y luego a otro y le dijo  muy  ofendida…
- ¡Me las has robado! ¡Ladrona! ¡Asesina!
¡Auxilio esta mujer me quiere robar. ¡Policía!
¿Y por qué me trajiste por esta calle…? – La buena moza la miró extrañada y le respondió…
- Regréseme mi collar que para mí vale demasiado. Por favor.  
Doñita, lo único que he hecho es ayudarla a atravesar la avenida…
- ¡No chica, no! ¡Me estás llevando para otra parte! – Y mirando sin reconocer a nadie, ni a nada…
- ¡Esta me quiere secuestrar! ¡Auxilio! ¡Socorro!
¡Esta loca me quiere robar mi collar! – Y comenzó a formar un berrinche ¡de Padre y Señor Mío! – Ante este cambio súbito yo mismo acudí cerca de la asustada moza.
Estaba anonadado. No entendía nada.
Pero el caso es que aquella imagen ‘endeble y frágil’ se transformó en una persona iracunda. Un demonio en acción.
Que chillaba como una desaforada. ¡Qué fuerza!
¡Qué resolución!
Con una voz tan ronca…Que se escuchaba a varias cuadras
Temiendo por la seguridad de la afligida señorita le sugerí…
- Mejor te vas. Al parecer se equivocó de calle y te está culpando de todo.
- ¡Qué me devuelva mi joya, que es un regalo familiar!
Por favor… ¡Pero si yo lo único que quise fue ayudarla!
¿Por qué me trata así…? – Pero ya la vieja lanzaba gritos como una loca, llamando la atención de todos los presentes y no se cansaba de culpar de todos sus males a la ingrata chica, y esta cayó en un nerviosismo loco…
Y ya muy asustada, arrancó a correr en dirección contraria, mientras la anciana pegaba berridos como una recién nacida.
Al instante se detuvo una patrulla y la vieja poseída por un espíritu quisquilloso nos acusaba a todos porque pretendíamos secuestrarla…Pero mas se ensañó con la pobrecita que ya iba como a unos sesenta metros y la señalaba con mucha insistencia. Sus ojos le brotaban.
Ya no era la “pobrecita viejecilla, desamparada, sola y triste”
¡Qué metamorfosis tan extraña! – Pensaba mientras era espectador de ese giro tan extraño que nos da esta vida.
Los policías corrieron y la apresaron.
La trataron como una vulgar maleante.
Como “una roba – viejita” Y por mas que muchos de los presentes abogamos por la pobre…Se la llevaron presa.
Y yo me salvé…De casualidad. Porque pretendían llevar preso a todos los que se opusieran a que la autoridad, ejerciera sus derechos.
Pronto se fueron. Se les olvidó llevarse a la causante de toda esa desgracia, la cual quedó a sus expensas…
Sola en plena calle. ¡Qué dicotomía tan acentuada!
Y al verse sola…Se transmutó en indefensa y desvalida ancianita que requería del auxilio de cualquiera; solo que esta vez…La dejamos sola. A sus expensas.
Mientras mascullaba sus maldiciones e injurias; cosa que no quise escuchar.
…Cosas de esta vida…





   
















© Bernardo Enrique López Baltodano 2017









Nota:
        Internet utiliza cookies para optimizar la mejor experiencia al usuario en nuestro sitio web.       
Si continúa utilizando este sitio, asumiremos que está de acuerdo. ¡Gracias por su preferencia!

(Enviado al Blogs.)

Las leyes de la Unión Europea exigen que le brindes información sobre las cookies utilizadas en tu blog a los visitantes de la UE. En muchos casos, también exigen que obtengas consentimiento.

Como cortesía, agregamos un aviso a tu blog para explicar el uso de Google de determinadas cookies de Blogger y Google, incluido el uso de cookies de Google Analytics y AdSense.

Tú tienes la responsabilidad de confirmar que este aviso realmente funcione para tu blog y que se muestre. Si usas otras cookies, por ejemplo, si agregaste elementos externos, es posible que este aviso no funcione en tu caso. 
Obtén más información sobre este aviso y tus responsabilidades.
Se modificó tu configuración de HTTPS. Ahora, todos los visitantes pueden ver tu blog mediante una conexión encriptada si visitan https://belbaltodano.blogspot.com. Los vínculos y marcadores existentes a tu blog seguirán funcionando. Obtén más información.

No hay comentarios:

Publicar un comentario