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“Es mejor que así sea…”

Cuando hay que dejar hacer…

¡Qué así sea!

Siempre la realidad supera a la fantasía.

Y mientras estaban diezmando a mis hijos, me encontraba  escuchando música   -ajeno a esos nefastos sucesos que enlutaron mi existencia-   para cuando me enteré…Nada podía hacer.

Con un doliente gemir, comencé a peregrinar sobre mi mismo eje.

Sin saber qué hacer.

Sin profesar lo que era menester.

Con esa insondable vertiente de desgarramientos que desbaratan mi existir.

Con esa ilusión de mis  muchas pérdidas.

Con ese afligirme que no puedo contener, con esa desolación que nunca antes me persiguió y que en estos instantes me fraccionan hasta llegar a  la  mas inmundas de mis querencias.

Con ese batallar tan hondo y profundo, que me han encanecido del todo.

Ya no lloro. Quisiera asegurarme que ya ni siento, que ya nada mas me puede perjudicar, que lo poco que me queda me ahoga en mis desilusiones.

No pude ni siquiera verlos por última vez, aunque sus retratos quedaron grabados en mi alma,

Aunque quise comulgar con cada uno de ellos, conjugarme en sus últimos instantes…

Pero ya no puedo desechar lo que me  es ya inherente.

No sé a ciencia cierta cuál será mi día por venir, (Qué de oscuros designios han de remarcar mi piel ya maltrecha…) Que ya ni,  en eso  pienso.

No sé qué he de hacer.

Tampoco pensar, ni mucho menos analizar.

He quedado confinado a un coto cuya envergadura sobrepasa mis sentimientos.

Vivo en consecuencia.

No me interesa lo que ha de llegar, ni cómo he de esperarlo.

¿Será o no…?

(Ya hasta eso: ¡Carece de importancia en mí!)

Tampoco sé si estaré en el mismo momento en que habrá de ser.

No reconozco la alegría de mis años fructíferos.

Todo me sabe a quemado, a mal oliente.

Ha desabrido, incoloro…Sin rumbo cierto.

Me encuentro entre las mareas de aquellos mares que se debaten en su furia loca.

Como esos vientos violentos y desordenados.

Mi alma ha desaparecido.

A la lontananza me enviaron.

En ese algo en que no deseo andar y en ese ser que en antaño una vez fui…

¡Con esa implosión a la que fui sometido!

En esa lejanía loca y sin sentido.

En el ocaso y en el  devenir de lo que nunca debió haber sido…Pero que así ha sido.

¿Y así será…?

Mis pensamientos ya se me desvanecen en mis muchos desalientos y sin sabores.

Nada mas me interesa. No quiero ni deseo nada.

”¡Ay vida de mi vida!

Que cuando te busco no te encuentro

y  cuando ando sin sentido,

por algún lado me apareces…

Porqué los por qué han de ser,

cómo yo quiero,  no ha de ser…

Ya carece de importancia en mí,

puesto que cuando ha de tocarme

será en la medida que me le han asignado…

Y así no ha de ser…”  

© Bernardo Enrique López Baltodano 2016

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