...Y ¿qué se puede hacer...?


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Corto  en  relatos











“Anteriormente: Paquete chileno”











Como van cambiando los tiempos, anteriormente en Venezuela se conocía así…Hoy en día lo llaman: “Cambiazo”
Este es un relato de un hecho cierto.










Encontré a un amigo (¡Tiempo tenía sin verlo!) lo vi…Un tanto trastornado, y por la faz de su rostro me dio la impresión de que andaba en algún que otro problema (¡Tan abundantes en estos tiempos de Dios!)
Lo saludé y me dijo que andaba muy angustiado, y me hizo señas de que ya comenzaría a relatarme…Me acomodé y esto fue lo que me narró…
- Me encontraba descansando en la casa (últimamente lo estoy haciendo… ¿Qué mas puedo hacer…?) cuando me llama vía telefónica la hija de mi esposa y me dice angustiada que su mama está en una crisis nerviosa y que por favor acuda a ella, le pregunto extrañado…
- …Pero si ella está acá…
- No. No.  Está en la parada de los autobuses, porque la acaban de atracar
- ¿Quééé…? No sabía nada. – En el acto comienzo a buscar mi pantalón y una franela para salir en su búsqueda.
Corro y comienzo a ejecutar lo indispensable, y me recuerdo que debo cerrar muy bien la casa, y estoy en ese trajín cuando me recuerdo que aún no la he llamado y procedo a llamarla a su celular, y le pido que me espere allí,  que raudo y veloz acudiré en su auxilio.
El caso es que cuando en efecto llego, la consigo en medio de un ataque de nervios.
Me informa que debemos acudir a un comando policial para poner la denuncia.
Y es cuando me recuerdo, que me había ido sin un céntimo en el bolsillo (aunque últimamente ni siquiera cien bolívares vale prácticamente ¡nada!)…Bueno eso es otro de los malignos cambios a los que nos hemos visto sometidos.
Llegamos al famoso comando policial y uno de los efectivos nos pone al habla con el oficial de turno…El funcionario escucha el relato de mi esposa y le dice…
- Señora…Por acá nosotros no podemos hacer nada. No tenemos esa función.
- ¿No tienen…? (Si afuera tienen cartelones a todo color  en donde indican: ¡La única línea de emergencia!  ¿Quién entiende esto…?)
¿Y quién puede atender mi caso…? – Nos encontramos en medio de una cantidad de guardianes de la ley…Pero ellos no estaban preparados…
- Ustedes tienen que ir… - Y nos da una nueva dirección. Se disculpó y nos expuso que allí no contaban ni con la radio para poder comunicar el incidente.
Salimos urgentemente al nuevo sitio indicado. (Con el agravante de que apenas contábamos con muy poco dinero en el bolsillo.)
Después de haber sorteado todos los incesantes obstáculos que una empresa de esta magnitud implica, nos equivocamos y tuvimos que prácticamente correr…Caminamos como unos locos en medio de un incesante calor.
¡Pero al fin logramos llegar!
Otro funcionario uniformado nos recibió y nos puso en contacto con otro oficial.
Y sin dejarnos narrar el objeto de nuestra visita, se disculpó alegando que allí tampoco recibían este tipo de denuncia…Nos remitió a otro destacamento. (¡Ufff! ¿Otro…?)
Mi esposa y yo en medio del nerviosismo le planteamos que ya ni siquiera teníamos dinero para ir, por lo cual él nos informó que iba a habilitar un carro que utilizan para sus rondas. Llamó a uno de sus subalternos y le ordenó que nos llevara a otro puesto policial en donde si tenían la infraestructura para este tipo de denuncias.
Acudimos con los uniformados al dichoso vehículo.
Cuando el chofer intentó prender el motor…
¡La batería estaba muerta! (Tuvimos que bajarnos y ayudarlos a empujarlo… ¡Hasta que el condenado motor encendió!)
Lo aceleró y nos instó a que nos montáramos…Me imagino antes de que se volviera a apagar.
Rodamos unos metros ¡y se apagó!
Nos indicó que nos bajáramos y volviéramos a empujar ¡ese camastrón!
Ya agotados logramos nuestro cometido.
Logramos salir y los uniformados le preguntaron qué había pasado.
A grandes rasgos ella los puso al corriente.
Resulta que ella había acudido a un cajero de un banco conocido y que se le había acercado un joven, que le había informado que al irse, había dejado abierta la sesión y que volviera a meter la tarjeta para cerrarla, para lo cual se ofreció a “ayudarla”…
Él tipo ¡claro que  lo hizo!
Y bien caro la pagó. (¡El muy…Muy…Desgraciado!)
¡Le había desviado: 34.000 bolívares de su cuenta! Y que una vez concluido le devolvió la tarjeta de débito. Y cuando ella fue a hacer una compra, el dependiente le informa que por falta de fondos, el banco negó la transacción. Asombrada fue cuando se percató de que el individuo aquel, le había cambiado su tarjeta bancaria dándole otra…De dudosa procedencia.
El gendarme le informa…
- Señora debe ir al banco. Nosotros no podemos hacer nada.
- ¿Cómo que nada? – Le preguntamos incomodos ya que nos sentíamos engañados en nuestra buena fe.
El caso es que logramos llegar al tercer puesto de comando y se baja uno de ellos y le explica…
- ¡Pero si acá no tenemos ni papel sanitario!
No tenemos lápices, ni máquina de escribir… ¡No hay nada! (…Son tiempos de revolución…)
Y la única patrulla que tenemos la he tenido que mandar con unos jóvenes que salieron a comprar unos kilos de Harina Pan y se llevaron a su abuelita…Y cuando salieron unos malandros les han caído a golpes ¡y se los quitaron! Con el agravante de que golpearon a una anciana. – Nosotros nos hemos quedado en una sola pieza.
Entonces el efectivo le consultó ¿a dónde debo llevar a esta gente para que pongan su denuncia…?
El nuevo oficial le informa que debemos acudir a otro pelotón. ¡Fuera de la ciudad!
Para ese momento, se le apagó el motor de la unidad policial… ¡Otra vez a empujar ese animal!
¿Total? Tuve que explicarle   -de nuevo-   que no teníamos dinero para pagar nada.
Rogándole encarecidamente que nos dejaran lo mas cerca posible de nuestra casa.
…Y ¡Gracias a Dios! Accedieron a nuestra petición. ¿Total? Nos devolvimos a la casa, después de un periplo de varias horas.
…Igual o mejor dicho peor. No pudimos hacer la denuncia respectiva. – Yo lo escuché con la cara de asombro que siempre mantengo… ¡En estos tiempos!
Tan solo lo único sensato que se me ocurrió fue…Darle ánimos
(Aunque a decir verdad…)
- …Así están las cosas…Hermano querido. ¿Qué mas te puedo agregar…?
















© Bernardo Enrique López Baltodano 2016













                                     
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