...Pude...Pero no lo hice...














Corto  en  relatos








“Ya nada se puede hacer…”







Me encontraba en un Salón de esos en los que se expende bebidas alcohólicas, Un amigo de muchos años me citó allí, y en efecto cuando llegué, lo encontré consumiendo cervezas, y por la cantidad de botellas que estaban sobre su mesa, pues me delató que con toda seguridad ya estaba ebrio.
En cuanto llegué, él me divisó y me hizo señas levantándose de su silla y posteriormente le hizo señas al señor que lo atendía, pidiéndole dos mas.
Me dio su mano, y en el acto comprobé su avanzado efecto de alcohol, me sonrió y me invitó a que me sentara a su lado y me dijo…
- Estoy muy triste.
- ¿Y eso  por qué…?
- No me puedo quitar de la cabeza los recuerdos de mi hermano   -tú sabes que ya él se fue…-    me dijo con un asomo de extrema tristeza. Asentí, puesto que yo mismo había ido a su sepelio…Muy emotivo por cierto.
- ¿Sabes la última vez que lo vi…?
- No. – Le confesé mientras recibía mi primera botella de esa bebida espirituosa.
- …Yo estaba en un súper, haciendo unas compras de urgencia, cuando iba por el lado del sector de verduras y lo vi. Venía con su esposa    -hoy en día su viuda-    y una sobrina de ella    -al cual mi hermano quería demasiado-   también venía su hijo menor, en compañía de su propia hija.
- ¿Y…?
- ¿…Y…? – Me devolvió mi pregunta, mientras me hacía señas de que lo aguardara, pues en el acto se tomó un largo trago. Aproveché e hice lo mismo. Al finalizar, me tomó del brazo y continuó así…
- …Y…Mi hermano me divisó primero y le hizo un comentario a su esposa, ella al verme me saludó con efusividad, mientras él se entretenía con la niña.
Yo, lo obvié. Y para serte sincero, ¡hasta me sentí molesto!
Porque… ¿Cómo era posible que al verme, no me mostrara la alegría de encontrarse conmigo, que soy su hermano…?
Fue muy indiferente. ¿Y yo que hice…? ¡Lo mismo!
Cuando ya me retiraba de la presencia de ellos, él me llamó y me preguntó: ¿Estás solo? Y le respondí que sí. Pero ya estaba llegando a otro pasillo. Y no lo volví a ver.
Cuando me tocó acudir a la caja a pagar, ni siquiera me digné a buscarlo y despedirme. Tampoco él lo hizo. (En verdad no lo supe…)
¡El caso mi querido amigo! Es que él se fue. Y yo ahora me encuentro con esta pena.
¡Pude haberlo buscado, era mi hermano!
¡…Pero no lo hice…!  ¿Pude hacerlo…?
¡Sí…Pero no lo hice!  Ese es mi pesar en este momento…
Y ahora… ¡Cargo sobre mi conciencia, esto! – A manera de esquivar mi mirada, se refugió en su botella. Y ya no me quiso hablar mas. Su mirada se tornaba esquiva y perdida en sus propios laberintos. Oscuros y tenebrosos…
Los dos continuaron en el mismo sitio, solo que en mundos diferentes y equidistantes.










© Bernardo Enrique López Baltodano 2016









                                     
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