Cosas de este mundo...


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   “Corto  en  relatos”  







“Lo que no me queda claro”








Aproximación a muchas verdades…










- Lo que no me queda claro es, ¿cómo hemos llegado hasta aquí…? ¡Si todos sabíamos la clase de “calaña” que le antecedía! – Adrián se encontraba consternado y hasta molesto. Miraba a su grupo con mucho desdén. Se encontraban humillados. Molestos.
En el ambiente se respiraba mucha inconformidad, de hecho el mutismo era mas que palpable, no obstante sus rostros presagiaban tormentas.
Era una concentración en la que sin invitación previa, pero que se estaban concurriendo en ese sitio…Tan emblemático para todos sus morantes y vecinos.
Y son de ese tipo de impotencia, de cólera contenida, como cuando se cansan de hacerles advertencias, sin ser escuchadas, sin ser atendidas…Y que después viene el ciclo “del mea culpa”
Pero es que en verdad, ¡nadie aprende en cabeza ajena!
(Las cosas que nos vemos precisados a presenciar, cuando no acertamos en nuestras decisiones.)
Juan que era uno del grupo, aclaró su garganta y haciendo una señal con su mano derecha,  pidió turno para hacer su exposición de motivos.
Los demás, le hicieron una señal de aprobación, por lo que levantándose de su asiento, se dirigió hacia su comunidad, de esta forma…
- Compañeros, ¡nada ganamos con excusas, porque no las hay! ¡Nos dieron todas las alertas del mundo!
…Pero no quisimos o no supimos interpretarlas…
¡Y es hoy cuando debemos acatar el veredicto de los hechos! ¡Todos hemos sido culpables de que  “ese tipo” es un mala costumbre, es ese mismo del cual no nos atrevemos siquiera a pronunciar su nombre!
¡Es un degenerado! ¡Un desgraciado!
¡Es que es  “una rata y bien pelúa”!
Nos haya hecho lo que todos en estos momentos tan aciagos, estamos reconociendo. Nos equivocamos.
No quisimos aceptar la verdad de los hechos. Pero hoy…Lo lamentamos. – Sus palabras cayeron como piedras de gran tamaño, el cual aplastó los sentires de la gran mayoría.
- ¡Es un falso! – Se escuchó en la lejanía de ese silencio tan espeso y convincente. Nadie replicó ese ataque.
Y como una nube espesa, amansó el resentimiento subyacente. Pero allá en las lejanías de lo invisible, se forjaban nubarrones muy oscuros, cuyos presagios, a ninguno de ellos favorecía…
- ¡Nos secuestró nuestro futuro! ¡Empeñó todos nuestros sueños!  …Nos ha dejado en el estero…
¿Y ahora qué será de nosotros…? – Quien así se quejaba era una joven de las tantas que a ese acto concurrían.
- ¡Es un demagogo sucio y asqueroso! – Dijo una dama que hasta ese momento no había intervenido en ese conclave.
- ¡Debemos lincharlo! – Afirmó un viejo que se encontraba equis distante del grupo, pero que seguía con mucho interés todo lo que allí se dilucidaba.
Adrián oteó nuevamente el clima existente, y con paso decidido tomó nuevamente la palabra, los demás se contentaron con su empuje y se dispusieron a escucharlo…
- ¡A nadie podemos culpar! Nos advirtieron con sobradas muestras…
¿De qué es un ladrón…?
¡Todos lo sabíamos! 
¿De qué es “un sucio hipócrita”?
…Todos lo reconocían como tal.
¿De qué es un mentiroso?
¡Por favor…Es “vox populi”! “Guerra avisada, no mata soldado…” ¿Cierto?
…Pero nos confiamos en él.
Quisimos creer que “era la solución del barrio”
¡Y allí tenemos las consecuencias! ¡Nos ha robado hasta el último céntimo! Se ha llevado hasta el escritorio y todas las sillas. Nos ha desvalijado de todos los libros. Ha destruido todo. ¿Y lo peor…?
Se ha llevado todo tipo de evidencia. Y al no haber el cuerpo del delito… ¡No hay delito!
- ¿Pero se ha robado todo, si o no? – Quiso saber Juan quien se mostraba muy contrariado.
- ¡Por supuesto que se ha robado todo!
¡Pero si es que eso es: “un mala maña”!
Toda su vida lo ha sido, ¡ah pero nosotros quisimos creer!, que él se había regenerado y por esa razón: ¡Le hemos entregado a él, todas nuestras finanzas, todos nuestros proyectos, para que sea nuestro representante para todos los efectos de la comunidad! “Zamuro cuidando carne”
¡Y he allí el resultado!
- Buen político que nos ha salido el muy desgraciado, y lo peor…Que tú tienes toda la razón. – Se quejó amargamente Néstor que hasta ese preciso momento fue que vino a intervenir.
- No tenemos remedio. Y mientras le demos el poder a toda esa bazofia…Seguiremos lamentándonos.
¡Todo es culpa de nosotros mismos!
No busquemos mas culpables. Le hemos transferido nuestra confianza y nuestra fe a las hienas y a los buitres…Ese es nuestro premio.
A la ineptitud. A nuestro conformismo. A esperar que vengan otros a resolvernos nuestros propios problemas. Por eso, no debemos seguir protestando.
Y aceptemos nuestro caudal de culpas. – Los demás escucharon las lapidarias conclusiones de Adrián.
¿Qué mas podían hacer…? Con vergüenza y humillación tuvieron que  “meterse el rabo entre sus piernas” y convenir, que todo lo aseverado  ¡es cierto!
Así que en silencio, se quedaron. Remolonearon con furia loca, pero ya nadie profirió palabra alguna.
Lentamente se fueron retirando. Como el viento que abandona un estar, en silencio…Pero dejando su constancia de que allí estuvo    -y que podría volver- en un momento impreciso...A la vista y trato de todos…También puede ser…Todo es posible.











© Bernardo Enrique López Baltodano 2016        




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