¿Te cuento otra mas de don Carmelo? ¡Allí va!



















"Hoy vi venir a don Carmelo"





Estaba descansando en una de las tantas esquinas de esta gran avenida, cuando vi venir allá a los lejos una figura que por el vaivén en su caminar   -producto de su prolongada edad-
Se fue acercando.
Lo relacioné muy rápidamente, su sombrerito, sus lentes de amplio espectro, su camisa siempre blanca, portando un periódico bajo su brazo. Mirando siempre a los lados, como queriendo descubrir a todo el que pase a su lado, sin lugar a dudas…Don Carmelo.
Camina muy lento, pero siempre pendiente de todo cuanto acontece a su alrededor.
Sin querer una sonrisa se afloró en mi rostro.
Ese señor siempre me ha agradado cuando tenemos la dicha de encontrarnos, y siempre con una sonrisa a flor de piel.
Me sorprende puesto que   -a mí en lo personal-
me pega mucho ese vapor que se condensa en la carretera, producto de tan elevado calor que se produce, pero a él no parece interesarle en lo mas mínimo.
Todavía lo diviso algo retirado, aunque estoy claro que él no me ha reconocido, y pienso que sea por su escasa visión.
Lo veo que se pone una mano sobre sus ojos, ya que el resplandor y esa sensación térmica que está imperando en esta ciudad, lo debe estar sintiendo   -aunque no disminuye su fortaleza-    ya que parece “un tractorcito” siempre caminando y caminando.
Faltando ya una cuadra, veo que pasa una jovencita a su lado y aprecio que él se coloca como si fuese un torero en el momento de hacer una de sus tantas piruetas ante el toro bravío, algo le pronuncia mientras se quita su sombrerito y la invita a pasar, echándose él a un lado de la acera. Contemplo que la muchacha en cuestión, le responde con una amable sonrisa.
Y el viejo metiendo su panza, se queda inmóvil mientras ella transita a su lado.
- ¡Ah que viejo tan romanticón! – Expreso en voz baja, y noto que una vez que pasó la dichosa fémina, él se pasa una toallita por su frente ya repleta de sudor, y desde lejos creí escucharle decir…
- ¡Ave María Purísima! Y venir a tocar “esta belleza” ¿Para mí solito…A estas alturas de mi vida…? -  Los que estaban mas cerca, comenzaron a chulearlo, para que arrancara con un poema o algo alusivo, por respuesta pude presenciar, que se persignaba una y otra vez, mientras la susodicha taconeaba con frenesí mientras iba riéndose de las gracias de ese viejo roble.
Por unos segundos mas, pude verlo que se pavoneaba ante su público, para luego emprender de nuevo su camino.
Pronto la vorágine de la hora y el sitio, fue absuelto por lo rutinario.
El anciano venía ya mas cerca, pero aún no me había divisado.
- ¿Viste esa mujer tan hermosa…? – Me preguntó cuándo ya estaba mas cerca de mí, y sonriéndole le hice señas de que si, que había sido testigo de todo.
- Mi corazón comenzó a retumbar y ¡casi que se me sale del pecho! – Me dijo mientras con una de sus manos la llevaba a sus labios, y soltaba una risotada de esas que acostumbra a obsequiar cuando es descubierto “en una de las suyas”
- Me hizo recordar a varios episodios en mi “vida de galán”  ¡chico pero venir a pasarme esto ahora…? -  Me dijo en medio de uno de sus constantes ataques de risa, se arqueó y con la misma se volteó para ver si la podía divisar aun, pero ya  “la mencionada” iba muy lejos.
- Era yo todavía jovencito, cuando un compañero de trabajo me invitó a salir a una discoteca  ¡de esas en donde “uno baila”! y me dijo que iba a ir “su noviecita” y una prima de ella.
¡Y cómo estaban dispares, me invitó para que fuéramos un dos, para dos!
…Yo le acepté la invitación   -porque por otro lado… ¿A dónde iba a ir yo…? -    y recuerdo que él me dijo…
- Mira chico, yo te la voy a presentar… ¡pero ten mucho cuidado con la mía! ¡La mía es caca!
Tú te vas a ir con la prima, y a la mía   ¡ni me la mires! – Yo le hice saber, que yo era muy respetuoso y que jamás yo podría “quitarle” a su mujercita y no sé por qué él temía que le fuese a quitar lo suyo.
¡Bueno el caso es que le tuve que escuchar todas sus indicaciones al respecto!
A la hora convenida, nos fuimos los dos a esperar a las chicas. ¡Yo bailaba en una pata!
Iba muy perfumadito y me eché bastante brillantina en el cabello y me había hecho un peinado a la forma que se utilizaba en esa época   ¡tú sabes, con el copete sobresaliendo!
¡Ja, ja, ja, ja!  …Parecía “un muñequito de torta”
¡Las cosas que tiene uno que hacer, para lograr el favor de una linda mujer! – Me dijo como en secreto, mientras su panza le brincaba en medio de sus risotadas. ¡Ja, ja, ja, ja!
Cuando ya se hubo serenado un poco, se sacó nuevamente su toalla y se secó todo el sudor que tenía, y se sacó sus lentes y comenzó a secarlos y a aclararlos con su prenda.
Riéndose todavía finiquitó toda su tarea y procedió a colocarse de nuevo sus gafas y a guardar en su bolsillo trasero de su pantalón la ya sucia y mojada pedazo de tela.
- Cuando entramos    -pero antes tuve que escucharle de nuevo todas las instrucciones del amigo en cuestión-   ¡Bueno, el caso es que logré llegar a la mesa, en donde estaban esas dos hermosas chicas!
Ya él me había indicado cual era la suya   -por si acaso-   me dijo.
Yo le hice caso, y me di cuenta que la suya era mucho mas bella y hermosa que la que me había tocado  ¡Pero bueno, yo soy del tamaño de lo que se me presente! Y no me iba a amilanar por eso. ¿Total…Lo que me interesaba es…?  ¡Ya tú sabes! ¿Cierto? ¡Ja, ja, ja, ja!
- ¿Y su amigo creía que usted le iba a quitar la suya…?
- ¡Sí…! Y para serte sincero: Cuando la vi, ¡me dieron unas ganas locas “de robarme” a esa mujer! ¡Y es que era…Bellísima!
Pero debía respetarla. ¡Ese fue mi compromiso!
Ya él me había dicho, que nos íbamos a tomar unas tres cervezas y que cuando él me avisara  ¡debíamos salir rápidamente!  
…Claro pero primero yo debía pagar todo el consumo…
Y así pasó. Me dijo que ellos se iban a ir en su carro y que yo los siguiera atrás. Que él conocía una zona aledaña y que primero ellos se quedarían en una parte boscosa y que yo debía seguir a otra parte…Lejos de donde ellos iban a estar.
¿No te había contado que a mí me tocó una indiecita…?
- No.
- Pues sí, era una goajira que recién había llegado a la ciudad y que era un “poco adusta, brusca, ¡salvaje pues!”
- ¿…Un poco…? – Le pregunté al verlo que se había hundido en sus recuerdos, él pareció haberse dado cuenta que debía seguir en su relato, ya que de inmediato me agregó…
- ¿Un poco? ¡Bastante indómita! Y ella no se dejaba que le tocara ni siquiera la mano.
¡Y yo no hallaba que hacer! ¿Te imaginas que no hubiera logrado nada…? ¡Me mata el carajo ese!
¿Y quién le hubiese aguantado las burlitas de él…? No yo debería “domesticar a esa india”
Comencé a tocarle la mano…Y me la retiraba.
Le dije que se acercara mas a mí… ¡Y casi se iba saliendo por la puerta!
¡Qué mujercita la que me tocó!
…Pero yo no iba a permitir que se me escapara.
Hice unas maniobras rápidas en el carro y ella se asustó…Y allí aproveché y le tomé una de sus manos y la jalé hacia a mí, mientras le decía…
- ¡Mira por esta zona salen espíritus malignos!
Que se llevan a las mujeres que no complacen a su hombre.
Ella me miró asombrada y como era de noche, yo creo que se lo creyó.
¡Esos diablos que le hacen maldades y que aparecen muertas a los días!
¡Con la boca llena de moscas!
- ¿De verdad? – Me dijo ya asustadita, mirando a través de la ventana.
- Son demonios horribles. Que puyan con su tridente a todas las que no quieren complacer a su novio. – Ella no me respondió nada, pero vi que se había lo había “tragado” todo, porque ya no estaba tan reacia.
Y fue cuando comencé a aprovecharla…
Y en una de esas, paré violentamente el carro y de un empujón la bajé…Y ella ya estaba mansita.
Y entonces la agarré por las manos y la puse en el suelo y comencé…
Y cuando ya estábamos en “tú ya sabes” siento que me tocan por la espalda   -yo pensé que seguramente era el amigo en cuestión-   Y no le presté atención alguna.
Y sentí que ya la cosa era mas fuerte   ¡y me voltee de repente!
¡Muchacho…! ¿Para qué lo hice…?
Parado frente a nosotros, estaba   “una aparición de algo”  ¡que hoy en día no sé qué era!” ¡Altísima! ¡Grande y descomunal!
Con unos ojos… ¡Qué parecían “fuego ardiente”!
Y con un velo que le cubría todo su rostro.
Y le escuché…
- ¡Uuuuuuuu! ¡Uuuuuuuuuuu! - ¡Y la carne se me puso “de gallina”!  …Y se me bajó todo.
…Pensé que era  “La pelona” que me estaba buscando para castigarme...Yo estaba “a chorrito puro”  ¡No te lo niego!
¡Chico y venir en el momento mas inoportuno!
…Para mí que era “un espanto”… ¿Por qué si no cómo nos pudo descubrir en medio de ese monte…?
¡Y es que en ese preciso momento comenzamos a escuchar risotadas macabras!
Los árboles giraban de un lado a otro.
¡Hasta escuché silbidos, de esos que te “penetran por la piel”!
Lo que era, levantó sus dos brazos e intentó pegarme con algo… ¡Qué no supe que era!
Acto seguido, me vi montado en mi carro y partiendo como  ¡un bólido!  De allí.
- ¿Y la mujer qué…?
- ¡Ella ya estaba montada! Así que como pude, salí   ¡en dos ruedas!
¡Una polvareda se produjo detrás de mi vehículo!
Por el retrovisor pude ver que nos estaba persiguiendo.
Sentí unos fuertes golpes que me le pegó en la maleta del carro.
¡Pero yo seguí como loco!
Cuando ya íbamos como a mas de cien metros de allí, veo que un pajarraco inmenso se me vino de frente  ¡nos atacó! Y tuve que desviar rápidamente, porque si no    ¡nos voltea allí mismo! Me hubiera destrozado el carro.
Ella me comentó que sintió como “la manoseaban” mientras huíamos.
Me hizo correr.
¡Ja, ja, ja, ja! Las cosas por las que me vi precisado a hacer.
- ¿Y cómo terminó eso…?
- ¿Qué cómo terminó…? – Me miró a través de sus vidrios y tomando aire prosiguió…
- Logramos huir. Y ya como a los varios kilómetros de recorrido y ya sintiéndome seguro, bajé la velocidad y comencé a respirar con mas calma. Nos detuvimos en un negocio de carretera, y cuando la vi, ¡seguía “blanca” del susto!
…Y no hubo forma ni manera de que ella accediese a seguir conmigo.
Lo intenté… ¡Pero qué va!
Estaba muy asustada la pobre.
- ¡Llévame a mi casa! – Me gritaba ya desenfrenada. No aceptaba que ni siquiera la mirara. Me echaba la culpa de todo. Y hasta me recriminó…
- Si por lo menos me hubieses llevado a un hotel  ¡pero no, allí en el monte como si yo fuese una burra! – Me recriminaba muy molesta.
- ¿Y qué hizo…?
- ¿Y qué mas podía hacer…? No me quedó mas remedio que llevarla. Ya estaba muy violenta conmigo. No quería saber mas nada de mí.
- ¡Yo soy “una Dama” y merezco respeto! – Me gritaba y hasta me insultaba…No me quedó mas que llevarla rápidamente y salir de esa loca que ya estaba fuera de sí.
¡Ja, ja, ja, ja! Y después, al día siguiente…
El amigo me llamó para informarme que la famosa prima    ¡estaba furiosa conmigo!
¡Así que tuve que aguantarle “sus burlitas”!
¿Qué otra cosa podía hacer…?
Perdí todo lo que me tocó “invertir” y para colmo… ¡Quedé “rayado”! – Muerto de la risa, se fue retirando mientras se despedía con un saludo de su mano derecha.
¡Ja, ja, ja, ja! – Le escuché reírse mientras se desplazaba con su lento andar.
- …Este viejito… ¡Siempre con sus historietas!
No se cansa. – Me dije a mi mismo, mientras veía ese cuerpo ya cansado por el transcurrir de su larga y extensa vida.









© Bernardo Enrique López Baltodano 2016



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