Los hermanitos






“Los hermanitos”




Me encontraba en una agencia bancaria, con mi esposa y me llamó poderosamente la atención: Dos infantes el mayor un varoncito muy bien vestido, con su pantalón largo y una camisa manga larga  -se encontraba impecable- tendría a lo sumo unos 8 añitos, y se encontraba sentado a dos puestos de dónde yo estaba.
En sus piernas tenía a una niñita  -una bebecita-  que a lo sumo llegaría a un año y pico de existencia  -También muy bien vestidita-
el caso es que lo que me llamó la atención era la ternura con la que él niño la trataba.
Le acomodaba muy bien su vestidito para que no se le pudiera ver nada.
La peinaba con sus manitos.
Le hablaba con dulzura.
Y en medio de ese maremágnum que significa estar en un banco. Unos corrían a un lado y otros a otro. Pero la inmensa mayoría se encontraban parados frente a la taquilla. Y es que en verdad nadie se fija en nadie.
Pero a mí me llamó poderosamente la atención.
Puse atención para ver y oír todo lo que él le hablaba.
Y sin poder contenerme mas, comencé a entablar un diálogo con el ya mencionado.
  • Dime… ¿Cómo te llamas? - Le pregunté después de contemplarlo por largo rato.
  • Daniel es mi nombre. Y ella es mi hermanita que se llama: María. - En un principio me
llamó la atención que no veía a ningún adulto que los estuviera acompañando...Y eso me llamó la atención.
  • ¿Y qué viniste al banco a cobrar algún cheque? - Él me sonrió y me dijo con su
vocecita muy infantil.
  • No señor. He venido con mi papi y con mi
abuelita.
  • ¿Y quiénes son?
  • El señor que está vestido igual que yo: de
verde… ¿Lo ve? - Y me señaló a un señor que en ningún momento nos prestó la atención debida.
  • ¿Y tú mami? ¿No vino? - Le preguntó mi
esposa.
  • No ella está trabajando. Y esa señora que vé
allá sentada   -se refería a una señora de muchos años, la cual se encontraba sentada..Pero tampoco nos prestó ningún tipo de atención.
  • ¿Y por qué cargas tú a tu hermanita…? - Le
consultó mi señora.
  • ¡Ah porque a ella...Nadie la quiere!
  • ¿Cómo que nadie la quiere?
  • Si. Mi papi no la soporta. Mi abuelita se
pone a hacer cualquier cosa, para no atenderla.
Y soy yo, el único que está pendiente de ella.
  • ¿Y tú mami?
  • Siempre está trabajando. - Fue su respuesta.
Y eso me puso a pensar...Y mucho.
Me fijé detenidamente en su papa...Y en verdad, en ningún momento le prestó la atención debida a una bebe de esa edad. Y durante todo el tiempo que permanecieron en esa entidad...Ni una sola vez estuvo pendiente de sus hijos.
  • Yo la baño, la visto. La peino. ¡Yo soy su
verdadero papi! Y no me pesa. Es mi hermanita y la quiero. Además ella no da molestia alguna.
¿Verdad María? - Le preguntó, pero su respuesta fue bajarse y correr al abrigo de su abuela.
La cual recibió con la mayor indiferencia.
El niño, comenzó a mirar hacia donde estaba su hermanita y a ratos le ponía atención a su padre.
El señor se movía dentro del local, siempre pendiente de la actividad de los cajeros y de su número el cual consultaba con insistencia.
Al rato la niña se bajó de las piernas de su abuela y corrió a buscar a su padre...Quien tampoco le prestaba atención.
Y pensé para mis adentros: ¿Qué clase de padre será ese señor que no está pendiente de una infanta..?
Tal como siempre se estila, por el abandono paterno, sus hijos quedan a merced de cualquier desalmado.
Al rato veo que uno de los cajeros lo llama y él corre solicito...Y detrás sus dos hijos.
Se metió el dinero en uno de los bolsillos de su pantalón y sin decir nada mas...Partió.
Atrás corrió la pequeñita...Con sus bucles ondeantes y su vestido largo floreado.
La anciana que también estaba mas pendiente del dinero que de sus nietos, corría detrás del hombre.
Y me sorprendió al niño que le tendió su mano a mi esposa y luego a mí; diciéndome ¡Ha sido un placer conocerlos! ¡Hasta la próxima! - Y corrió ya que lo habían dejado abandonado en medio de un centenar de hombres y mujeres, que fuimos por diligencias bancarias.






© Bernardo Enrique López Baltodano 2015






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