“¿Cómo  amaneciste  hoy?”



- ¿Cómo amaneciste hoy…? – Me ha preguntado mi esposa en cuanto me vio despierto, hoy en el transcurso de esta mañana…Y me ha dejado pensando.
Ella me vio y no se percató de mi estado de ánimo y se ha vuelto a mirarme y me ha espetado…
- ¿Amaneciste mal…? ¿Con el pie izquierdo…? – En verdad tampoco le respondí.
Me encontraba absorto.
Normalmente cuando me levanto…
Alguna idea tengo en mente. O algo me preocupa, alguna tarea pendiente…
Pero en esta ocasión…Estaba como “en otro planeta”
Y debido a su insistencia, le respondí…
- Bien. – Y me senté a desayunar.
Ella se encontraba en su laptop revisando sus cosas.
Y mientras estaba en lo de la comida, se me vinieron a la mente varias cosas inconexas…Sin sentido.
Muchas de ellas…Ni las recuerdo.
En verdad, se me han olvidado.
He pasado varias horas con esa sensación de estar y de no importarme nada de eso.
De escuchar y de no prestarle ni un ápice de atención.
De ver y de no mirar.
De pensar y de no poner atención alguna.
De sentarme y de no percatarme de ello.
No es normal en mí…Pero así han estado mis cosas de hoy mismo.
No he logrado concentración alguna.
Y después de almorzar…Se me ha venido a la mente         
-Y así se lo he dicho a mi esposa-  ¡Qué curioso!
- ¿Y qué es lo curioso? – Me ha respondido con una pregunta. Medité antes de expresarme, y ella se aguantó sin agregar palabra alguna…Por lo que comencé diciéndole…
- La vida de los pintores es curiosa: Como la del holandés   -cuyo nombre no recuerdo-  que se fue obstinado a una de las islas, creo que a Tahití y vivió allí hasta su muerte.
La de Van Gogh. Que mientras vivieron sus pinturas no valían nada. Pero que ahora valen millones y millones de dólares.
¿Qué de irónica es la vida, verdad? – Ella me asintió y estuvimos tratando ese tema.
Del cual… ¿A qué vino a colación?
…No lo sé…Pero así finalizó esa velada.
Al transcurrir unas horas mas y al verme ella muy pensativo hizo la indagación de rigor…
No le respondí. En lugar de eso lancé un enorme suspiro y le narré…
- …Esta mañana…Después que me desperté.
Hice mis oraciones matutinas y todo lo que normalmente hago cada día…Me quedé en esto que te voy a narrar:
¡Vamos a ver si logro expresarlo bien!   -porque una cosa es lo que uno vive…Y otra como lo narra-   El caso es que no mas al abrir mis ojos…
Es decir que ya estaba en “mi conciencia plena”
Me vi situado,  -no adentro-  sino mas bien como a una raya   -imaginaria-  de un mundo muy difuso, incongruente e impreciso.
¡A ver cómo me explico mejor!
- ¿Pero estabas “adentro”? –Quiso saber ella.
- No. Como te dije inicialmente, existía como una raya o una división…Yo estaba en la propia raya.
Y al frente mío… ¡No sé cómo decirlo!
Pero era como: cuando el televisor pierde la señal de la antena parabólica….Y es entonces cuando ves una cantidad incuantificable de líneas cortas que corren a un lado…
No hay precisión ni de movimientos, ni de dirección alguna.
Y fue en ese instante…En que una parte de mí, me instaba “a dar ese paso”  
Del cual…No precisé ni dirección, ni duración, ni si podía ir a donde yo mismo quisiese…
Mas bien me dio la impresión de que si entraba en esa vorágine…Pues yo sería conducido….Sin puerto seguro.
Fue un momento…Y digo momento, no un instante.
Nadie me empujo. Como tampoco me detuvieron.
Era el único responsable de todo cuanto quisiese hacer o no hacerlo.
Pero a mi vez, temí.
Y digo que lo hice, por cuanto no sentí seguridad alguna.
Me pregunté:
…Y si voy. ¿Podré decidir hacia dónde?
¿O seré guiado?
¿Y si quiero volver…Podré…?
¿Quién me podrá garantizar que iré a dónde quiera ir o desviarme si no me agrada?
Ante mí se dibujaba un mapa de imprecisiones.
De principios y de fin.
De cosas conexas e inexactas.
De vacío y de llenado.
…Y en eso andaba, cuando sentí.
Oí, escuché o percibí y no sé precisar si fue una voz, una visión o un pensamiento como también pudo haber sido una sensación…Un movimiento… ¿Qué sé yo…?
El caso es que se me hizo algo de luz: “Si te vas, no hay retorno”
¡¿Cómo es eso?! Me dije muy alarmado.
…Pero a decir verdad…Todo a mí alrededor seguía imperturbable.
Y por eso te decía…Fue un momento.
“no un instante”
Impreciso e indescifrable…Por lo menos para mí.
Y no sé en qué instante fue… ¡Pero me desprendí!
- ¿Te desprendiste…Cómo…? – Su pregunta  -muy oportuna, por cierto-  me hizo re preguntarme a mí mismo…Y guardé silencio.
Y le hice señas con mis manos para indicarle que me diera tiempo para procesar esa respuesta, mientras cerraba mis ojos y trataba de extrapolarme de nuevo a “eso que horas antes había vivido”
En mi mente, luché para retornar.
Me costó. Pero casi al instante pude llegar al mismo sitio…Pero ya las sensaciones y la atención que había vivido, pues no eran las mismas.
Sin embargo, retorné. Y en efecto.
Allí seguía la línea divisoria.
…El resto ya me era borroso.
Insistí. Y mis recuerdos afloraron…
En verdad, me desprendí.
No puedo precisar ni tiempo, ni espacio, ni nada parecido o semejante.
Y fue una sensación de volar…Sin cuerpo.
Como un suspiro, pero sin aliento.
Entré en un espacio, que no existe.
En un mundo o estado inexistente.
Mi mente no pudo retornar…Divagó y se extravió en esos confines que se niegan a serlo…
Pero guardo esas impresiones, recuerdos sin huellas, ni premoniciones.
De corazonadas sin representaciones coherentes.
El caso es que mi cuerpo quedó en reposo, mi mente se alojó en un infinito, mi cerebro se quedó imperturbable.
Mi espíritu no sé en dónde estuvo.
Y yo ahora mismo, he quedado “como dislocado”
…No sé expresarme de manera mejor. – Mi esposa se me quedó mirando y a través de su rostro  -que vi “espantada”-  me observaba como entendiendo, queriendo comprender o asimilando que me percibía, mientras me decía…
- …Entiendo…Entiendo…Tengo una vaga idea de dónde has estado. – La contemplé mientras me trataba de hacerme de mi conocimiento…
Mi intuición…Me señala que “vagué” y no sé si
-dentro de mí mismo, en mi subconsciente-  o si en verdad…Fue en mi exterior.
Pero de que paso algo “fuera de lo normal”
…En efecto lo hubo.
¿Será esto una premonición…?
Un presentimiento, una conjetura o una corazonada…
Tampoco lo sé. Y en verdad espero saberlo.






© Bernardo Enrique López Baltodano 2015        

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