"...Me lo temía..."








“Me  lo  temía…”



- De la bestia del Averno.
¡De los infiernos mas profundos, deleznables y aborrecidos!
De la pesadilla mas horrible que me ha sucedido.
De la que quise escapar…Pero mis piernas no me obedecían.
Y es que no encuentro la mejor forma de relatarte, en su cruda realidad, todo cuanto me aconteció.
¡Gracias a Dios que tu padre no estaba allí!
- ¡Virgen Santísima! – Dijo la joven mientras se santiguaba una y otra vez.
- Mira cómo se me puso “la piel de gallina”
¡Ay abuelito…Mejor es que no me sigas hablando mas!
Mira mis manos… ¿No ves que hasta mi voz está temblando?
- Tienes razón, mejor hablamos de otra cosa. ¿Qué tal si me cuentas de tu escuela?
Tú padre me ha estado contando algo relacionado a un tal…José.
- ¿José…Y quién es ese?
Mira pensándomelo mejor…
¡Continuemos con ese relato que está muy bueno!
- ¿Ah no me quieres hablar del tal José…?
- No tiene importancia alguna. Y es mejor ese cuentecito que me está echando. ¡Anda dale! – El abuelo la miró a través de sus gruesos lentes, se sonrió y le dijo…
- Mira mejor me esperas un ratico que voy a ir a la nevera y ya regreso. – Y así hizo.
Pero la miró a través de un espejo que mantenía y la enfocó muy bien.
Notó que ella lanzaba un soplido mientras enmarcaba sus cejas. Y él lo interpretó como algo así como: ¡De la que me salvé!
Se sirvió agua y se la tomó con el mayor placer posible…
Revisó si encontraba algo para comer.
Chuchería o un “tentempié”
Algo encontró y se lo comió y recordándose de su nieta le preguntó si deseaba algo, pero comprobó que la chica al escucharle le respondió en forma negativa.
Cerró suavemente la puerta de su nevera. Miró hacia el patio de su casa, para comprobar que todo seguía normal y al verificarlo, se fue acercando con toda su parsimonia posible.
- Abuelito…Me tienes en ascuas.
¡Te juro que si me hubieses echado este relato de noche…No duermo!
- Je, je, je, je…Bueno en verdad no se me había ocurrido. ¡Pero bueno!
¿Quieres que continúe…?
- Dale que te estoy esperando. – El anciano carraspeó y se acomodó en su sillón.
Hilvanó muy bien adónde se había quedado y arrancó de esta forma…
- ¿Quedamos con lo del loro, cierto…?
- ¿Qué extraña esa muerte, no?
- En estos instantes pienso que…Con toda seguridad: ¡Algo vio!
¿No te parece…?
- Ujum…
-  Es que si tú lo hubieses visto…
En principio se “en crispó” todo. Sus plumas se le alborotaron…Se vio espantoso.
Retrocedió dentro de su jaula…Hasta que llegó al extremo, donde la malla no le permitió seguir.
Sus ojos los tenía súper brotados…Pensé que se le estallarían…

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