...Por lo visto este será el último de mis relatos...Por este Año...







“Hay que pensarlo bien”




- …Es que es muy grande la felicidad que embarga mi ser…Mi pecho se expande y se contrae al igual que las olas del mar… ¡Estoy muy feliz!
- ¿Y cuál es el origen de tu enorme felicidad?
- ¿…Es que no sabes…?
¡Hoy es Fin de Año!
- ¿De verdad? ¿Y en qué fecha estamos?
- Hoy es: ¡31 de diciembre del 2. 014!
Y a partir de las 12 de la noche de hoy ¡ya estaremos en el 2. 015!
¿No te parece maravilloso? ¡Ah? – En verdad que su alegría la desbordaba, es mi hija quién en su permanente estado anímico desbordante de emoción me llama por teléfono y así me lo manifiesta.
Y no sé si en verdad es así; y digo y comprendo que   -por lo menos para ella-  debe serlo.
Y porque está en sus años mozos se puede dar ese “éxtasis” de emoción desbordante.
Pero a mi mente me llegan estos recuerdos:
“Cuando vivía en el campo, en cierta ocasión le llegué en similares situaciones a un viejo campesino.
Recuerdo que él estaba reposando en su conuco (Era mi vecino de aquel entonces)
Y yo lo veía solo. A través de la cerca, perfectamente ya lo había divisado.
Y me entristeció mucho verlo solo.
Y pensé: “Pobrecillo. Está sólo. ¿Y cómo podrá él sentirse alegre…?”
Y con ese pensamiento clavado en mis sienes, venció todas mis resistencias de “no ir a hablarle” puesto que era proclive en esos momentos a no meterme en problemas ajenos.
¡Nunca se sabe!
Pero es cierto que en ocasiones  -por buena intención-  he ido a socorrer a alguien y me he encontrado con reacciones adversas.
¡Pero bueno!
No peco al reconocer que en ese momento… ¡Creí necesario ir a…No sé! Pero fui.
Antes de entrar a su propiedad, le pedí permiso. Y esperé.
…Pero este señor seguía absorto en sus elucubraciones.
(Al principio pensé que no quería atenderme…Pero después me percaté de que seguía en mi error.)
- ¡Hola Genaro! – Volví a insistir, pero en esta ocasión alzando aún mas mi voz.
Seguía en su posición dubitativa, seguí la dirección de su rostro para poder divisar qué era lo que mantenía absorto…Y me di cuenta que miraba con embeleso hacia arriba en una de sus tantos árboles, en esta ocasión era en una de naranja california.
Estaba sumándome a su deleite, cuando él de una forma casi instantánea…Cómo que escuchó algún sonido y miró hacia donde me encontraba. Y me miró con mucha extrañeza, hasta me escrutó como si hubiese salido de algún sitio no muy bueno que digamos.
Y a todo eso me sentí sometido, pero estoicamente aguanté. Y ya pasado unos minutos, escuché que su prima le gritó a todo pulmón…
- ¡Genaro no seas grosero! – El hombre se hizo el que no la escuchó y continuó con su afán.
- ¡Genaro! – Se volvió a escuchar la voz que le reclamaba y él de muy mala gana se volvió a verme y me hizo la pregunta de rigor: “¿Qué pasa?” – Pero no en forma verbal, mas bien fue en gesto.
- ¿No ves que te está visitando? ¡Atiéndelo! – Y sin inmutarse mucho me hizo señas de que podía pasar, y acto seguido se acomodó en esa tabla bien dura que le servía como espaldar.
Seguía “postrado” en una especie de banqueta que por su apariencia, se notaba a leguas que debía ser muy antiquísima.
Y mas bien la tabla en la cual reposaba su espalda, desentonaba además de que a cada rato se le movía y a golpes, la volvía a acomodar para su mayor disfrute.
- ¿Todo bien vecinito? – Me dijo ya “algo apenado” al percatarse de que su prima lo había desenmascarado. Ya que era evidente de que mi visita no era del todo de su mayor agrado…Pienso que mi aparición lo había dislocado de su ensimismamiento.
- …Bien vecinito… - Le respondí casi en el mismo tono con el que me había recibido.
- No tengo silla para brindarte… - Me aclaró algo que ya sabía, ya que él vivía en el lastre. Es el tipo de persona que se abstiene de todo lo que no necesita.
Y “su casa” por llamarla de algún modo era algo parecido a… ¡Nada!
Apenas tenía algo parecido a “una parte” de lo que en alguna ocasión fue un cuarto, y su lecho eran tablas las cuales las colocaba encima de algunos ladrillos        -que en algún momento conocieron mejores épocas- lo demás era carencia total.
Por sábanas portaba unos trapos que ya el sudor y la grasa lo hicieron una sola pieza algo difícil de doblar.
¡Así vivía mi vecino! Sin ropa.
Por pantalones portaba uno que difícilmente le llegaban a un poco mas debajo de la rodilla. Descocido, roído y vagando en la pestilencia.
Medio ciego… -Por lo menos veía, lo que a “él le interesa” afirmaba su prima-  unas profundas cataratas se asomaban y una voz pastosa y espesa, de muy bajo tono era lo que servía en sus muy escasos monosílabos.
Pero en fin, ya estaba en “sus dominios” y contemplé un atisbo de educación suya, cuando al saberme dentro de su residencia, trató torpemente de erguirse…Pero que en verdad, no pasó de eso.
- ¡Para qué soy bueno vecino? – Me dijo mientras trataba de acomodarse esa franela mustia, sucia y muy degradada que le servía de ropa…Por cierto, que ¡ya ni me acuerdo verlo vestido de otra ropa!
- Bueno, en verdad te vi solo y pensé en invitarte a mi casa…Para que pases junto a mi familia esta fecha ¡tan bella!
- ¿Y en qué fecha andamos? – Yo me quedé perplejo, no logré asimilar muy bien y hasta llegué a pensar que se estaba mofando de mi invitación, así que le respondí asombrado…
- ¡Hoy es: 31 de diciembre!
- ¿Ah, sí…Y…?
- ¡Qué se está yendo este año y debemos festejar la venida del Nuevo Año!
- ¿Qué se está yendo este año…?
¿Y qué es: Un año? – En verdad que no encontré la respuesta indicada, por lo que me vi precisado a quedarme allí parado…Sin saber ni qué hacer, ni que responderle.
- ¿Y qué es: Un Año? – En esta ocasión se estaba haciendo la pregunta a él mismo, y con sus manos envuelta en el barro y en la arena me hizo nuevamente la misma pregunta pero en esta ocasión con sus manos y con sus gestos de grandilocuencia. ¡Me sentí mal!
Hasta llegué a arrepentirme por haber pisado su casa. ¡No debí hacer esto! Pero ni modo, debía buscar una salida rápida y segura para mi.
- ¡Genaro te pasaste! – Acudió nuevamente en mi auxilio (Ella vivía a escasos metros y desde alguna parte de su casa, lo “vigilaba”) esa voz de su prima la cual clarificaba todo.
Hizo caso omiso, pero no del todo, ya que mirándome a través de sus profundas cataratas me indicó señalándome hacía arriba ¡y fue cuando descubrí el origen de su embelesamiento!
Era un nido de pajaritos. No sé precisar de qué tipo, clase o familia son, ya que lo desconozco.
Pero si puedo precisar, que allí estaban dos pájaros adultos  -asumo que el padre y la madre-  y dentro de ese nido habían unos pichoncitos, muy escandalosos por cierto. Asumo que le estaban dando su alimentación, noté que uno de ellos se encontraba muy nervioso, ya que brincaba de un sitio a otro, pero siempre alimentando y socorriendo a su progenie.
- ¡Ellos son nuestros maestros! Para ellos no existe…El tiempo. Ni ¡Fin de Año! ¡Ni Nuevo Año! No conocen eso que tú me quieres hacer resaltar: ¡Un Año!
¿Qué es: ¡Un Año!? ¡No lo saben, como tampoco creo que les interese!
¿…Y tú crees que estoy aburrido…?
No. NO lo estoy. Y aquí me encuentras embelesado viéndolos, aprendiendo de ellos. Aunque a mi familia, no les interese.
¡No me importa! Vivo mi vida. ¡No la de ustedes! – Me señaló todas sus pertenencias, las cuales   -en mi concepto-  eran…Tierras, barros, estacas…Maderas…Un pedazo de techo.
- ¡Vivo feliz! Y en lo que por tu mirada, asumo que “creas” que vivo entre la inmundicia. Pues déjame decirte…
Que he sido fiel a mis principios.
No atesoro ni bienes ni riquezas.
Y si los ladrones quieren despojarme de “mis riquezas” ¡jamás las podrán encontrar!  …Por esa parte, ¡ni me preocupo!  Y me rio de todos ellos, y de todos los que asuman que vivo como los cochinos…Entre el fango y la inmundicia.
He querido vivir…Como la misma Madre Naturaleza me lo ha indicado.
…Y no es cierto, que hasta en la misma Biblia, aparece algo parecido a: “Hasta los mismos pájaros no se preocupan ¿por “el mañana”?”
¿Entonces…Qué me dices de eso…? – Y se volvió muy campante a seguir en su faena y se olvidó de mi presencia. Y allí me quedé parado como todo un zoquete.
¿Y qué hago yo, aquí parado como un paquidermo…Qué debo hacer ahora…?
Y nuevamente la voz de la dichosa prima, acudió en mi auxilio…
- ¡Déjelo quieto vecino! ¡Ese hombre es un engreído, grosero y muy mal educado!
Salgase y no lo vuelva a visitar mas.
Mi tía no hizo un buen trabajo con él.
¡Esa fue la señal que esperaba para salir rápidamente de allí!
- ¡Hay que pensarlo bien! – Me dije a mi mismo a manera de excusa.
Mientras abandonaba su propiedad, sin querer volví a verlo y lo contemplé igual como lo había encontrado. Absorto en su visión.
“¡Ay hija mía! Que aún te alegras por ese Nuevo Año… ¿Qué diría ese ser (Que ya se fue…) que en alguna época fue mi: Vecino…?
En verdad, parafraseando lo que en alguna vez leí: “En la casa de Mi Padre…Hay muchas Mansiones”

Hay cosas de cosas…Y muchas verdades que por no conocerlas…No por ello, dejan de ser Verdades…

Nota:

Que el Buen Dios en su infinita paciencia y sapiencia, nos siga otorgando su Inmenso Amor y Devoción...Porque el día que se canse de nosotros... ¡No quisiera estar allí!

¡A todos...Un Feliz Año Nuevo! Y nos colme de todo lo bueno que Su Creación, nos tenga destinado a nosotros.
¡Hasta siempre!

Bernardo E. López B.-

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