En vista de que no le han llegado sus juguetes, Sebastián le escribe su segunda cartita...





“¡Segunda!  Carta a San  Nicolás”
…Y ya estamos en noviembre  ¡y nada…No me vas a dejar de último!!

¡Querido Santa!
(¿Te puedo llamar así…? Porque oigo que todos  te llaman así  y no veo que te moleste.)
Te escribo nuevamente yo, ¿ya sabes quién soy?  -no  puedo creer que ya te hayas olvidado de mí-
Pero por “aquello de por si acaso”
Me pusieron el nombre de: Sebastián. (¿Ya te olvidaste? ¡Me cuesta creerte!)
Y ya sabes que vivo en mi casa, con mi papi y con mi mami.
(Y Pedrito también.) ¿Ahora si te recuerdas?
Y te escribo nuevamente porque ya han pasado unos  cuantos días  y nada de que te apareces.
Y eso no está bien. Claro que no.
Recuerda que tú me ofreciste  (porque así fue, yo estaba muy tranquilo y viniste a calentar mis orejas…) que me ibas a traer todos mis regalitos de fin de año.
Y promesa es promesa ¡y se cumple! (…Es mejor  que me cumplas…)
Si ya sé que no es el momento, pero me quise adelantar para que no se te vaya a olvidar.
(Y no vayas a decir: “No me lo dijiste con tiempo” Ya ese cuentecito me lo conozco  ¡y de memoria!)
Mi mami como que se ofendió con la primera carta y me dijo:
¿No crees que hay muchos niñitos mas necesitados que tú?
¿Puedes creer esa insensatez, ah?
“¿Y tú crees que San Nicolás es millonario? 
-No le respondí, porque la vi muy molesta, pero entre tú y yo, ya sabemos que lo eres ¡y mucho!
Así que vamos a dejar esto solamente entre tú y yo.
(Aunque a ella le prometí que te enviaría una nueva carta, pidiéndote muy poquitas cosas. –pero lo hice para que se quede quieta-  Pero ya lo sabes…
Es mejor que no le hagamos caso –y quede entre los dos- ¿Ok?
(Somos hombres y nos entendemos)
Y ya que aclaramos ese punto, pasemos al otro –que es mas importante-
¿Para cuándo cara.. me vas a traer mis cositas…Ah?
Perdón quiero reiterarte mi invitación  -pero no te tardes mas- mira que me urge recibir mis regalitos.
(¡Porque me los gané! ¿Ok?)
Mira que todas las mañanas me levanto para ver si ya los trajiste  ¡y nada!
¡Ah y algo muy importante!
En mi casa no hay chimenea.
Y me han dicho que tú  que eres un gordito.
Así que es mejor que me llames antes -¡no se te ocurra!- dejármelos en la puerta.
(¡Hay muchísimos ladrones!)
Es mejor que yo mismo lo reciba –no importa que tú no vengas- pero envía a alguien lo mas urgente posible.
¡Por favor, por favor no me olvides!
Y recuerda que estás beneficiando a un niñito que carece de recursos.
Y que se está portando cada día ¡mejor  que nunca! Me consta.
¡Y que me los merezco!
(Además cuando hable con papa Dios, le voy a hablar muy bien de ti  -pero para eso tienes que traerme los regalitos antes, así que es mejor que me cumplas tu palabra- Porque  si no lo haces…Tendré que denunciarte con papa Dios  -y estoy seguro de que no le va a gustar que no cumplas con tu palabra-)
Creo que es mejor para nosotros dos…Que me lo traigas –y mientras mas rápido es mejor, para los dos- ¿Ok?
Me tengo que despedir, pero antes déjame decirte que en mi primera cartita no te mencioné nada de dinero –para mí-  pero si me traes “algo” (Y cuando digo: “Algo” no es para que me traigas miseria…Recuérdate ser bastante “generoso conmigo” ¿Ok?) yo no me molestaría y es mas hasta sería capaz de contárselo a papa Dios, para que te felicite  ¡por tu buena acción!
¡Ah y se me olvidaba confesarte!
Pedrito, ¿te recuerdas de él?
Es la tarita (Es muy fastidioso.) de mi hermanito –porque ¡cómo me molesta!- Y creo que de seguir portándose mal conmigo,  es mejor que sus regalos me los des a mí mismo… (No te preocupes, que no se lo voy a decir nunca.)
Yo veré cuando se los pueda dar a él. ¡No! Se los daré mas adelante.
Por eso ni te preocupes.
Recuerda que esto debe quedar solamente ¡entre tu y yo!
No te olvides de lo mío y no te tardes mucho, a mí no me importaría que me envíes esos regalitos de ser posible: ¡Hoy mismo!
Santa yo te quiero mucho…Pero tienes y debes cumplir todo lo que me ofreciste.
¡Tráemelo rápido por favor!
Se despide de ti, el niño que está urgido por mis tus regalos.
¡Ya sabes, me llamo: Sebastián!
Y vivo en mí casa, como siempre.

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