"Cachirulo" ...Sept....




Cachirulo
“Un hombre muy rudo”



Esta novela la escribí en Nov. De 2. 012 y trata sobre las andanzas de un delincuente juvenil, hoy en día ya fallecido. Murió como vivió.




  
III

- ¡Esta es una guerra y como tal debemos actuar! ¡No hay piedad para el caído!
¡A todos los vamos a descuartizar! Nadie del bando enemigo, debe quedar vivo  para contarlo.
Y yo me encargaré de ejecutar a cualquiera de ustedes, que deje con vida a uno de esos desgraciados. ¡Me los pasan por el cuchillo!
¡Ni uno solo, debe quedar vivo para contarlo! ¡Eso lo ordeno yo!
Quien así se expresa es el Cachirulo. Alentando a sus hombres  para iniciar un fiero combate, por el predominio de un sector  junto al suyo.
Ya su ejército, era de más de cien  hombres. Todos armados, hasta los dientes.
Y peleaban por el dominio total de una zona aledaña. Ya su coto de caza, se le estaba haciendo muy pequeño y le urgía ampliar su zona de dominio.
Y la nueva comarca  es  mucho más rica, que la que ya controlaba. Y el afán  de poseer más poder, más territorio y mayores riquezas.
En esa parte, la cual se la había vedado el otro jefe, existía muchas empresas.
Y eso, le podría aumentar a más del trescientos por ciento, lo que actualmente recogía por “Protección”, además de que ya su floreciente negocio de las drogas, seguramente que aumentaría en una forma exponencial.
Y era que ya estaba fastidiado, de sentir, que la dichosa frontera, se le estaba haciendo cada día, como más chica. Y esto, no podía tolerarlo por mucho tiempo más.
Ya su organización, aumentó unas diez veces, su tamaño.
No le había ido mal, después de todo. De apenas una media docena, a tener más de cien.
Los ha ido reclutando y entrenando a su gusto. Y el soldado que no le cumpla, sencillamente: Es eliminado. El “Respeto” que se había forjado  lo representaba como uno de los mafiosos, más agresivos y sanguinarios. Nadie se atrevía a contradecirlo y mucho menos enfrentársele.
- ¡…En esta guerra, quiero la victoria total! ¡No quiero rehenes! ¡No quiero heridos…Los quiero bien muertecitos…A todo el que se me enfrente…Lo liquido!
Sus hombres se mecían de un lado a otro. Esas órdenes, les agradaban. Estuvieron deseosos de esa guerra. Pensaban que con el botín, todos saldrían ganando.
En esta ocasión, la arenga duró varios minutos. Todos se encontraban en estricta formación militar y su código les impedía realizar un movimiento en falso, so pena de la orden de: Aniquilación.
En cuanto terminó, se alejó y llamó a sus lugartenientes, aparte.
- ¡Informes! – La orden era tajante. Se adelantó El Atorao, que había sido elevado a la condición de Número dos, en su organización.

- …Mi Comandante sin discusión…Permiso para hablar…

....Continuará....


Mi apoyo a los pueblos tanto de: Colombia, como al  pueblo de Venezuela. Que es muy lamentable lo que nos está ocurriendo.



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