"Hola Arianita"







Hola Arianita
Dedicado a un ser muy especial…
 Un  ángel del Señor.

- ¡Hola José! – Al escuchar que me saludaban con mi primer nombre, me quedé asombrado.
No entendí lo que estaba pasando y afirmo esto por cuanto me encuentro acostado en una cama de un hotel en uno de los tantos pueblos que me ha tocado trabajar.
La noche es oscura. No escucho nada de ruido salvo la que produce el aparato del aire acondicionado.
Chequeo la hora…11; 16 p.m. y todo está en calma.
Es mas llegué de mi jornada laboral como a las seis de la tarde, muy cansado y ni siquiera quise comer nada en mi cena.
Vagué por las callecitas de este pueblo muy florido, pero no me apeteció nada como para comer, y en verdad era mucho el cansancio y lo único que me provocaba era…Dormir.
No puedo descartar que encontré muy buenos puestos de comida de esa que llaman “callejera” pero no. Mejor me voy a mi hotel. Me echo tremendo baño… ¡Y a dormir!
Y eso es lo que he hecho. Pero ahora he escuchado esa vocecita –creo que es infantil- pero no veo a nadie.
El viajero estaba inquieto.
Durmiendo solo en esa habitación y no era la primera noche, puesto que ya llevaba una semana entera, comenzando desde ese lunes y apenas era la noche del jueves.
Todavía le quedaba un día de labor…El viernes y seguramente dormiría allí y partiría el sábado en la mañana –sino lo hacía el mismo viernes- era todo dependiendo de su nivel de trabajo.
En realidad llegó y apenas se bañó, ni siquiera encendió la televisión con la finalidad de dormirse desde temprano…
Pero es que esa voz fue muy potente.
Rasgó el silencio de tan hermosa noche.
Temiendo que alguien hubiese entrado a su habitación, se despertó con esa angustia.
Miró por todos lados y comprobó que la puerta tenía los mismos cerrojos pasados –tal como lo hacía siempre- no había novedad.
Encendió la luz.
– ¡Quedó alumbrado!-
Chequeó. ¡Nada!
Miró debajo de su cama. Tampoco.
Todo seguía en el mismo lugar en que los tenía siempre.
- ¡Qué extraño! Creí oír una voz infantil…Y ahora que me recuerdo…Me es familiar…
¿…Habré soñado…Será…?
¿Qué estará pasando…? – Comenzó a pensar y a tratar de concatenar esa llamada con alguna cuestión relacionada a su propia familia.
- ¿Será de alguna de mis sobrinas?
¿Jennifer? ¿O de Isabela? – Por su mente pasaba todas sus familiares infantiles.
Pero no lograba atinar nada.
Sintió un profundo temor.
- ¿Será que algo malo estará pasando con mi familia y me lo están advirtiendo…?
¡…Y yo tan lejos!
¿Habrá una tragedia desconocida por mí?
¿Qué será…? – Y de tanto y tanto angustiarse, se le fue  escapando ese sueño tan preciado.
Se levantó nuevamente.
Fue al baño y aprovechó para hacer sus necesidades de esa hora.
Un frío intenso se apoderó de su espalda, le recorrió por su piernas…Tembló en su temor de que algo malo debía estar ocurriendo…
Chequeó por todos lados ya que presumía algo malo.
Regresó a su cama, se sentó. Decidió abrir una ventana de romanilla que había en su habitación.
La abrió. Miró a través de ella.
Afuera solo se escuchaba los grillos y ciertos sonidos que le parecieron de sapos. Todos son sonidos nocturnos. Nada extraño.
Buscó encima de su mesita de noche y sacó un cigarrillo de su caja. Buscó el encendedor y lo encendió. Se quedó absorto mirando hacia afuera.
En verdad nada había que ver. Ya que lograba ver las luces de algún carro que a esa hora transitaba.
Dejó vagar su mente. Sus pensamientos se atropellaban y yuxtaponían cantidad de bagajes que ya creía olvidados.
Se quedó en una nebulosa y sus pensamientos se diluyeron en un vacío interestelar…
Absorto por completo se replegó de este mundo.
- ¡Hola José! – Oyó nuevamente esa vocecita que sin lugar a dudas debía ser de una infanta. Sobresaltado pegó un grito de espanto y se estremeció en todo su organismo.
Un golpe seco y profundo sintió en el centro de su estomago, su corazón brincaba como ¡un potro salvaje!
Nuevamente estaba en sobresalto…
- ¿Qué es esto? – Logró emitir un sonido muy gutural y extraño.
- ¡Soy yo: Arianita! – Le informó ese aliento…





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