“Conversaciones con don Carmelo”
Miércoles; 07 de mayo del 2. 014.-

¿Quéééééé…? – Al ver semejante acuarela de colores…Quedé en una sola pieza, sin saber a ciencia cierta qué era lo que debía –por menester- hacer…
¡Estaba toda…Abierta! Como por arte de magia… - El narrador no encontraba la forma mas idónea para informarme de ese acontecimiento; y por eso dudaba y volvía con su cantar…
- ¿Y cuando vi ese “paisaje”? ¡Mi Madre!
¡Qué barbaridad de cosa!
¡Estaba estupefacto! ¡No podía creerlo!
…Y yo me dije: ¡Esta es lo mía! –
¿Y qué era lo que podía hacer?
¡El deber me llama!
¡Aleluya! ¡Qué alegría me dio!
- Mira ni me recuerdo si me desvestí todo o no. –No creo, porque estábamos en pleno monte y creo que caímos en un pajar, o algo parecido-  yo le tengo mucho miedo ¡a las culebras!
¡Pero ni de ellas me acordé! ¡Qué culebra ni ocho cuartos!
¡Y me fajé en lo mío! 
…No debía seguir perdiendo tiempo alguno; ¡no Señor!
Mira me llené de: ¡barro, de polvo, de gamelote, de todo!
¡Nos revolcamos como un par de locos!
…Me quité de encima todo ese…Verano…
(¡Ufff que alivio!)
- ¿Y ella no le dijo…Nada?
- ¿Nada…De qué?
- Bueno…Me dijo que ella estaba brava…
- ¿Ah; eso? ¿La verdad? ¡Ni me recordé de nada!
…Pero ahora que me lo estás preguntando…No.
No recuerdo haberla visto ni siquiera “indispuesta”…
¡Al contrario!
¡Qué cosa tan divina, lo disfruté todo el tiempo!
¡Estuve varios días sacándome tierra de mi rabo! (Asombrado.)
De mis oídos. De mi nariz, de todas partes.
¡Mi ropa toda llena de barro, tierra y polvo!
…Demás está decirte que a pesar de todo eso: ¡Lo disfruté!
¡Ji, ji, ji, ji!

- Aja y ¿son iguales que a cualquier mujer?






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