“Conversaciones con don Carmelo”
Miércoles; 23 de abril del 2.014.-

Yo ya estoy muy viejo ya para esas gracias.
(¿Te puedes imaginar? Ya estoy muy arrugado y ya viste que ¡me canso de nada! Ya no estoy para “esos trotes” y mi hijo debería saberlo. Pero lo ignora.)
¡Ya hasta para caminar, me está costando un mundo!
Ese lorito, ¡lorito!  …Es muy tremendo.
Pero de que me puede complicar la vida, me la puede hacer.
Por supuesto que: ¡Yes!
¡Y es bello ese pajarraco!
¿Qué le vamos a hacer? ¡Así de grande! – Me mostraba con sus manos el tamaño aproximado del ave.
- Hay que “calárselo”, lo soporto y hasta me alegra. Porque tiene cada ocurrencia.  
¡Es loco! Quedo maravillado.
Y estas son las “pequeñas cosas” de la vida, en las cuales uno tiene que armarse de paciencia.
Pero que sin lugar a dudas te traen mas beneficios que problemas.
Mira esto me hizo recordar una vez, estando en Costa Rica.
Una mujer estaba muy entretenida hablando y hablando.
Y atrapó mi atención, por cuanto se le notaba que era de la “alta alcurnia” porque iba muy bien trajeada.
Elegante y muy sofisticada la señora.
Llevaba una perrita pequinés amarrada con su collar.
(La dueña ostentaba su riqueza…Y la perrita iba pendiente de cuanto macho encontrara a su paso.)
Y al parecer se encontró con otra “señorona” puesto que se abrazaban y se besaban; ¿Quién sabe de qué hablaban? Eso no lo se.
Pero lo que si se, es que se estaban “cayendo a mentirillas” entre ellas.
Y se olvidaron de todo a su alrededor.
¡Y dale que dale a la lengua! – Graficaba como estaba parloteando y parloteando la dichosa matrona.
- ¡Y esa mujer! como que no se daba cuenta que su perrita estaba “en celo” (¡Qué de locura tenemos que ver! ¿Verdad?)
Pero yo que estaba como a unos quince metros, observaba como los perros la estaban “merodeando” y se le acercaban y la “olían”.
Y yo me decía: “Ya la van a ensartar”
(Y esa manada de perros sedientos llegaban a “olerla” y la condenada; los recibía ¡a todos!)
- Y no se daba cuenta ni ella ni su amiga, en lo que ¡estaba su perrita!
¡Ji, ji, ji, ji!
¡Qué de cosas han vistos estos “ojitos míos”!

(Y yo asombrado veía en primera fila todo lo que acontecía. ¿Y qué podía hacer? Yo era un extranjero en esas tierras.)



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