"Enfrentamientos"
¿Eso es lo que quieren? ¿Qué nos masacren? ¿No lo ven?
¿Hasta cuando se van a dejar manipular y maniatar? – Le preguntó Juan, todos volvieron sus rostros hacía dónde se encontraba un grupo que los adversaban y abiertamente los retaban y lanzándoles insultos los conminaban a que dejasen el palabrerío y se lanzaran a la pelea…Que ellos los estaban esperando.
- …Están sedientos por nuestra sangre… ¡Se creen vencedores! – Ya los estaba dominando cuando Julián brincó nuevamente y quitándole la palabra, les dijo…
- ¡Muerte a los enemigos de los estudiantes! ¡No le demos la oportunidad de que se sigan burlando de este Movimiento, que es la esencia de nuestros estudios!
¡Fuera los opresores! – Salió otra voz en su apoyo.
- ¡Nosotros tenemos el Imperio de la verdad!
Juan agarró por el brazo a Maritza y a Manuel, y se apartaron del grupo central.
La efervescencia del momento hizo que mas nadie se enterara de este pequeño detalle.
A unos cinco metros se situaron, Juan insistía en mantenerles la vista puesta en forma alternativa tanto a su grupo como al de los gendarmes.
Verificó que aunque sus compañeros insistían en imbuirse en sus consignas  cargadas de odio y violencia, por el lado contrario seguían en su empecinada tarea de lograr que las pasiones se derivaran ya en lo que ellos esperaban para ejecutar su acción de “barrido”.
- Ustedes dos son testigos de que las mas bajas pasiones se están desatando…
- …Pero Juan amigo, tú no quieres entender una cosa… - Le agregó su amiga, a lo cual él le preguntó…
- ¿…Y cual será?
- Tú no me quieres aceptar mi propuesta…
- Por absurda amiga, por absurda…
- ¿Cómo me puedes acusar de “absurda”?
- …Sencillamente por que ya las cartas están echadas…
Porque no conozco en ninguna parte que la policía no reprima. ¡Esa es su naturaleza!
Es como aquel cuentecito que me echaron: Un hombre de pueblo al ver a un alacrán en peligro, lo salvó. E instantes después en un descuido que tuvo, el bicho lo picó.
Y él en su cólera lo mató y se justificó diciéndole: ¡Te mato por: Mal agradecido! ¡Malayo!
- …Bueno… - Quiso agregarle ella. - ¡Guerra avisada, no mata soldado! Porque: ¿Cómo se le ocurre salvar a un depredador como ese? – Juan la escuchó en su momento y esperó a que terminara, diciéndoles a sus colegas…
- …No me has dejado concluir mi relato…
- ¡Ah, perdón pensé que cuando te quedaste callado, es porque ya habías finalizado…
- Pues no es así…
- Perdóname y concluye…
- El hombre hizo lo que hizo, pero después entró en una profunda tristeza y acudió al sabio del pueblo, al cual le expuso lo que le había pasado….
El sabio lo escuchó en silencio y una vez que concluyó le dijo:
“¿Y qué esperabas de él?  ¿…Que te lo agradeciera, acaso…?”
- …Pues claro. No está escrito ¿el que el mayor ayude al menor?
- “Será en tú código. Pero en la naturaleza, es otro actuar.
No debes castigar a un ser al que por naturaleza misma de su ser, lo ha hecho así.
El alacrán no conoce de: Favor. Esas son creaciones humanas.
Ni la palabra: Amistad. Ya que es una condición de nosotros
O de que hay que ser: Agradecido. La Ley de la naturaleza es muy simple. Tan simple que nuestra “ciencia” la desecha. Por exigencia nuestra tiene que ser: compleja.
La vida es simple y se basa, casualmente en: Lo simple.
¿Cuándo nosotros “los humanos” lo asimilaremos?
Él actúa según su propia naturaleza; y no por la tuya.”
Y es que es un error muy humano por cierto…Pero no deja de ser un: Error.
Todos queremos, ansiamos y hasta obligamos o por lo menos eso es lo que pretendemos…
- ¿A qué? – Le preguntó Manuel entrando en la diatriba.
- ¿A qué? – Le repitió la pregunta dirigiéndose a él mismo, pero el que le hizo la pregunta, no le dio tiempo de responderla, planteándole lo siguiente….
- Tú no puedes evadir tus responsabilidades.
- No las estoy evadiendo.
- ¡Claro que sí! Tú encendiste esto y ahora le tienes miedo.
- ¿Yo miedo, a qué?
- A todo ese desenlace. A todos esos esbirros que nos están afrentando.
- Yo no provoque esto…
- Pero los convocastes….Los llamastes…
- Como Presidente puedo convocarlos…
- Y acá están…
- Si, pero no esperé a que el gobierno se excediera en su represión…
- Pero los llamastes y acá están… ¿Qué mas querías Juan…? – Él jefe volvió a mirarlos.
Estaban exaltados.
Exigían acción. Y al parecer ambos bandos, querían lo mismo.
Menos Juan quién al aquilatar las dimensiones de esto…Se estaba echando atrás.
- …Están como: “León rugiente” La Bestia está reclamando la sangre…
…Y esa sed de sangre…Me hiela la sangre…
Me espanta el vaho de la bestia. Me siento inhibido y me aterra el ser un “tonto útil”  que he actuado a su servicio. Bien sabio es el dicho: “Nadie sabe, para quién trabaja”
- ¿…Y ahora es que te vienes a dar cuenta…?
- Sí, mi amigo Manuel. Es ahora que me estoy dando cuenta de todo esto.
- Pero no te preocupes… ¡De allí no van a pasar!
-…Sigues y sigues: Maritza. Mi ilusa amiga…Que sigue en su creencia ciega de que esos gendarmes están allí es para amedrentarnos…
- ¡Claro que sí! Y dentro de poco lo verás. Da tu la orden de marchar….Y pronto verificarás que mas que amedrentarnos… ¡No pasarán!
- …Somos dos ilusos amiguita. ¡Dos! ¿No seremos demasiado?
- No Juan. Creo que el número es muy poco. Pero dime… ¿Vas a dar la orden…Sí o no?
Juan no miró a su amigo, como tampoco fingió oírlo.
Los tambores de guerra de los milicianos estaban aflorando.
Y los suyos no quisieron quedarse atrás.
- …Es el momento… - Le indicó Manuel.
- ¡No temas mi amigo…No nos van a aniquilar! Seguramente que nos lanzarán bombas lacrimógenas. Algunos tiros al aire. Quedaremos sofocados. Con heridas leves, quizás tú vayas preso…Por algunas horas. Y nada mas.
- ¿Y en dónde se han escondidos “nuestros lideres”? – Gritaba preguntando a todos los vientos, Julián quien se mostraba impetuoso y pronto a la acción.
- ¿Qué están haciendo “nuestros valientes”? – Manuel les hizo señas de que se calmaran y le dijo al oído…
- Tú deber ser…Te exige que vayas al frente.
- Mi deber ser, sería: detenernos…
- Te clasificarán: ¡Cobarde!
- Si fuese valiente… ¡Lo haría!
- Ni te atrevas: ¡Te van a linchar!
- …Pero como no soy valiente…Nuevamente las masas me van a arrastrar…
- Ese es tu destino…
- Nuestro. Porque tú, al igual que esta bella mujer – la que todavía está creyendo en “pajaritos preñados” – y este “iluminado” seremos arrastrados por nuestras y qué “creencias…”
- ¿…Y por qué estás lleno de tantas dudas? – Le consultó muy preocupada. – No nos va a pasar mayor cosa.
- Porque quisiera tener tu “creencia y tu fe”, pero te confieso que no tengo ni lo uno, como tampoco de lo otro. En mí radica en este momento muchas cosas, y todas ellas me están indicando que estoy por tomar el peor de los caminos…El de mi negación.
…Pero he de hacerlo…Y no porque lo esté deseando…
- ¡Vamos al ataque!
- ¡Traición! – Gritaban ya muchos presas por el olor a violencia desatada.
Al ver que sus tres líderes se estaban moviendo, los suyos se quedaron en espera de los segundos finales. Al frente ya estaban movilizando.
Las cartas ya las estaban echando. Pronto vendría la acción desenfrenada…


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