"Cachirulo"       "Cachirulo"       "Cachirulo"
…Pero son los “Representantes de la Ley”.
¡Y son los primeros violadores que hay en este mundo!
Y en cambio  yo aquí tranquilito, y sin hacerle daño a nadie.
¿Pero por qué se ensañan en mí contra? 
¿Qué les he hecho?
Al contrario yo los estoy ayudando a castigar al hampa.
Yo siempre he sido un HONRADO hombre de negocios. ¿Tengo culpa? ¡Ninguna!
Pero la ENVIDIA que me tienen.
¡No lo entiendo!
¡Te juro, que a nadie, le hecho ningún mal!
¡Lo juro!
- Lo sé, lo sé.
- ¡Menos mal, que todavía hay gente buena en este mundo! Por lo menos, tú crees en mí…
Diego, comenzó a notar que en la medida que se exaltaba su amigo, sus “compañeros” se inquietaban y trataban de acercarse de una forma algo malévola.
Y esta acción, comenzaba a inquietarlo.
Cachirulo  se percató de esto y le hizo señas muy violentas a sus seguidores.
- ¿Y a ustedes…Qué le está pasando? – El Temblao, El Avión y los otros, se asomaban nerviosamente, como creyendo que en cualquier momento su líder, requiriera de sus servicios de ayuda.
- ¡Nada jefe…! – Respondió nervioso El Atorao.
- ¿Necesita de nuestros servicios, jefe? – Preguntó amenazador El Gordo.
- ¡Estoy hablando de negocios, fuera de aquí! – No habiendo terminado de gritarles, cuando de repente, desaparecieron como por arte de magia.
- ¿…Qué les estará pasando a ese atajo de retrasados mentales? – Le preguntó a Diego, como tratando de justificarse ante él.
- A lo mejor creen, qué yo te puedo hacer algo malo…Digo yo. – Se justificó Diego, y su respuesta fue una sonora carcajada.
- ¡Tú eres mi amigo Diego!
 - ¡Gracias, gracias!
- Ok. Voy a acceder a tu petición… ¡Peeeero!
- ¿Vas a venir conmigo…?
- No te puedo acompañar, hacia esa casa.
Recuerda, que la policía la tiene vigilada.
¿Eso me dijiste, cierto?
Y siendo así es muy peligroso para mí propia seguridad.
Y bien sabes, que yo no me la llevo muy bien que digamos con esos tipos…
- …Claro, claro.
- Peeeero…Ve tú y le hablas.
- ¿Y qué le digo?
- Que si ella, quiere mi protección…Tiene que firmar un contratito conmigo.
- Por supuesto.
- Y que, si ella quiere mis servicios…
Tendrá que llegar a un acuerdo conmigo mismo.
- Me parece muy lógico…Pero te voy a pedir un favor…
- ¡Claro dime!
- ¿No te vas a enojar conmigo?
- ¿Me vas a ofender?
- No.
- ¿Me vas a cuestionar algo?
- No.
- ¿Me vas a atacar?
- Nunca.
- ¿Entonces…Qué será…?
- Que cuando te entreviste con ella, que no se te acerquen tus hombres…
Tú sabes, ellos inspiran mucha desconfianza…
¿Me entiendes?
- …Y si supieras que tienen mejor corazón, que cualquier polizonte que yo conozca.
- …Si, claro, pero…
- ¡Pero está bien! ¡Te concedo eso! 
…Pero entenderás, que yo requiero de mis guarda – espaldas.
Ellos me han protegido de mis enemigos.
¡Hay mucha gente mala!
¡Mucho malandro suelto que me la tienen jurada!
Y yo no puedo darme el lujo, de andar por ahí, sin mi escolta.
- ¿Y cuántos tienes ahora?
- Poquitos…Allí mismo, puedes ver que no son muchos
…A lo sumo…Diez.
- ¿Diez?
- No me muevo solo, nunca.
Las calles son muy peligrosas.
Y debo cuidarme.
Y aunque tú no te lo creas…Me he creado muchos enemigos, por estar defendiendo a familias honestas y decentes como tú y tu familia.
Y gracias a esto, le he quitado a mucho vagabundo el que se aprovechen de gente buena y decente.
Como por ejemplo…Tú mismo y toda tu familia, por supuesto.
Y como comprenderás, esto no les gusta a esos matones.  
¡Ése es mi gran pecado!
- ¿Te has creado enemigos, por cuidarnos?
- ¡Pues claro!  …Y aunque te parezca mentira, pocos pero muy pocos se percatan...
Estas son cosas que poco saben mis clientes.
Pero  claro que al espantarlos, he tenido que caer en peleas contra esos delincuentes.
Y esto quiere decir: ¡Qué debo pelear con sus propios argumentos, con sus argucias…Valiéndome de cualquier estratagema que tú mismo, a pesar de tu experiencia y me refiero a que eres hombre y nosotros sabemos como es la calle. ¿Cierto?
- Cierto. – Le afirmó decididamente. El joven lo chequeó con mucho detenimiento.
Quería que sus palabras fueran bien entendidas.
Una vez que creyó que su amigo lo entendía.
Respiró hondo y después de una corta pausa, continuó…
- Mira, yo nunca te lo he contado. Pero a tu casa, se han intentado meter en varias ocasiones.
¿Y quién se los impide?
¡Éste, con quién  estás viendo y hablando!
¡Yo me he tenido que caer a golpe limpio y espantarlos para que te dejen tranquilo!

¿Y acaso te he importunado alguna vez?

No hay comentarios:

Publicar un comentario