"Asechanzas"
Uno de mis perros apareció de pronto, era el machito. A pesar que lo reconocí, no surgió ningún sentimiento de entusiasmo al verlo y mucho menos, cuando comenzó a gruñirme. Casi al instante hizo su aparición la perra, mucho más grande que él. Al instante ya no era uno solo, ahora eran los dos caninos que me gruñían y me mostraban toda su dentadura. Estaban coléricos conmigo.
En ese momento yo me pregunté: ¿Será que no me reconocen?  …Pero por qué… ¿No me están viendo…?  ¡Soy yo…su dueño! El que día a día les prepara su comida y se las sirve.
¿Acaso he venido con el cuerpo de otro?  ¡Shhh cállense! ¿No ven quién soy yo? ¡Soy yo…su dueño! ¡Bestias estúpidas…silencio! – Pero lejos de amedrentarlos, más bien se encolerizaban más y más.
Algo me decía con suma insistencia: ¡Los están azuzando en tú contra!
…Y yo me preguntaba: Si… ¿pero quién? No logro ver a nadie más. Pero lo que si era cierto, es que  se estaban envalentonando más y más. ¡Hasta llegué a temer por mi integridad física!
Y allí estábamos los tres… Ellos dos…los imbéciles de mis mascotas indefensas…atacándome sin ningún miramiento ni respeto hacia la figura de su amo. Me desconocían olímpicamente. Intenté gritarles…pero no logré reconocer ni mi voz y ni siquiera si lo había logrado hacer. Mi desnudez me ponía en desventaja. Pronto  la fría noche hizo mella en mí cuerpo. Quise entrar en calor… ¡Pero es que estos dos…! Ya me estaban fastidiándome demasiado.
Me moví a la izquierda…allí me atacaban. Y si lo hacía en sentido contrario…me di cuenta, que se turnaban, me daba la impresión de que se comunicaban entre sí. Aún no pude constatar este hecho, pero se movían con total comprensión uno del otro. Y hasta me llegué a preguntarme: ¿Pero cómo lo harán…? No oigo que se hablen entre ellos. Tan solo se miran, quizás por el rabito del ojo o quizás se siente uno a otro, no lo sé a ciencia cierta…pero así era cómo estaba ocurriendo.
Por supuesto que me sentía en desventaja…ya que en los hechos así estaba pasando.
- ¡Cállate pedazo de loca! – Algo la estaba haciendo una fiera. Estaba desatada, sus ojos que antes me parecían tiernos y tranquilos, ahora estaban inyectados en severa sangre. Ciertamente que estaba muy enojada. Intenté cambiar de estrategia…pero el perrito adivinando mis pensamientos, se abalanzaba por su lado. No supe qué hacer. Ya la situación se me estaba escapando de mis manos y temía que en cualquier instante ambos se abalanzaran sin misericordia en mí contra.
Miré instintivamente hacia los lados, como suponiendo que tendría que salir corriendo…pero ese condenado animal como que se adelantaba a mis pensamientos. La mirada de la perra se enfocaba en primer ángulo hacía mi cuerpo, pero entendí que también vigilaba algo o a alguien más aparte de mí. No supe descifrar este pequeño misterio. Más me angustiaba el posible daño que me pudiera ocasionar.
Los acontecimientos se atropellaban en mi cerebro. Quería hacer muchas cosas como por ejemplo, escalar de un solo salto los casi dos metros que mide esa cerca…el problema es que estaba a más de un metro de separación; por otro lado ambos canes, se intercambiaban de posición adelantándose a mis premoniciones e interponiéndose hábilmente a mis planes.
Otra cosa que anhelaba hacer, era salir volando de allí. Pero algo me llamaba a la realidad…no lo podía lograr…
Ya no me sentía tan ágil y transparente como cuando estaba atravesando ese cuerpo tan duro e inerte, como eran los más treinta centímetros de esa pared, en medio de cabillas, cemento y tierra.
Así fueron transcurriendo eternas horas…por lo menos eso era lo que me agitaba…el no poder patearlos…el no poder hacerme obedecer… ¡Animales brutos! ¿No me reconocen? ¿Soy yo? …El que te prepara tu comidita todos los días y además te la sirvo… ¡Malagradecidos malayos!
Pero no me entendían nada. Estaban enceguecidos. Busqué con mi mirada…un palo…una piedra…un mecate…algo que me sirviera para defenderme de estas dos fieras…pero se alejaban de mi alcance. ¡Nada tenía al alcance de mi mano!
Atrás de mis atacantes…estaban…un palo de escoba…pero como a tres metros… ¿Y cómo podía saltar encima de estos? Y lo peor es que los condenados, volvieron sus rostros y vieron el armamento…y cerraron fila. Uno al lado del otro.
¿Y cómo podía llegar allí?
Hice como si alguien más peligroso que yo hubiese llegado…pero fracasé. No me hicieron caso y su atención seguía concentrada en mí.
Ya estaban ladrando a todo dar. Pronto sus pares vecinos, se unieron a la cacería. Escuchaba el grueso golpe de los vecinos quienes se estrellaban en la cerca. ¡Menos mal qué no pueden saltarla! Me dije yo, un viento de alegría brotó de mí. Aunque ya debía dar  por cancelado la opción de escalar por la cerca. ¿Cuántos se unirían y por ambos lados? Capaz que por mi terror manifiesto trastabillara y cayera por alguno de los lados… ¡Me devorarían a placer esas benditas mascotas!

¡Tremenda encrucijada! Aunque momentáneamente algo en mí me alertó que de repente se despertara mi esposa y al verme acudiría en mi auxilio…aunque pensándomelo mejor: ¿Cómo le podría explicar este desatino? ¿Desnudo…yo? A mitad de la noche… ¡Menudo enredo en el que me encontraba! Bueno…pero lo que me importaba era que me quitara de encima a estos desatinados. Y ya después…sería un después…

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