A partir de hoy mismo; les voy a presentar “mis relatos” en cualquier momento, tal como lo estoy haciendo hoy: viernes 24 de enero de 2014.
Y mañana sábado, otro mas y el domingo…Otro mas.
¡Saludos!



“Lo que me acuerdo”


- Lo que me acuerdo de él…es poca cosa. ¡A ver!  …Déjame pensar, rememorar…retrotraerme a ese pasado ya tan lejano para mí.
Aunque no me es tan difícil. Pero tendré que…irme por esos caminos, ¡tan felices para mí!
…Ya están comenzando a fluir en mí…tantos y tantos recuerdos que con el correr de los años, se han quedado:”Cristalizados” en mi memoria.
¡Ah esos recuerdos tan bellos de mi adolescencia! ¿Y quieres que recordemos a ese gran amigo mutuo…porque también lo fue tuyo.
…Ciertamente, él se llamaba: Enrique (¿Su apellido…? No me recuerdo….Esperemos a lo mejor con la habladera…se me viene a la memoria.)
Aunque a todos nosotros, los chicos de “aquel entonces” lo conocíamos con el remoquete de: “Fósforo”
Si me recuerdo que él y su familia, vivían a unas cuantas casas de la mía.
Y no me acuerdo…de cuantas. ¡Pero este punto no es muy importante!
Ya que a diario nos veíamos.
Aja. Su familia era oriunda de Los Andes. (Ni me preguntes de donde… ¡Por favor!)
Su mama era una señora chiquitica. Gordita…rellenita.
Casi una enanita. Si, ellos eran blancos todos. Atomatados.
El fósforo era un carajito como de mi tamaño.
(No me preguntes su edad…por favor…éramos casi de la misma edad. Creo.)
Y recuerdo que era muy fanfarrón. Bastante que nos caímos a trompada limpia.
Si era un “guapetón de barrio” y conmigo siempre nos estábamos cayendo a carajazos.
Y es que si yo le demostraba miedo… ¡Se me encaramaban!
¿Y después?
Tenía que caerle a piedra, a rocas, era la “Ley de la Jungla” y no te voy a tratar de convencer al decirte que yo era “un santo.”
¡Ni pendiente! Yo era un “tira piedra” y también de los que se descuidaban conmigo…
¡Me los llevaba por delante! ¡Ji Jeñor!
Así fue como me crié, “al golpe y cuido”
¡Muchacho! “Camarón que se duerme….”
Y a decir verdad, yo me dormía a cada rato y por eso era que ¡me daban duro!
…Y durante algún tiempo, se mofaban de mí…Hasta que me decidí…Y nadie mas me agarró como su “payaso” personal.
…Pero bueno volviendo a mí relato con “el fósforo”; lo que me recuerdo era que no ¡le perdonaba una a nadie!
Era lo que se podría llamar “un oportunista”
Su mama vendía cerveza y me recuerdo que tenía una nevera de esas que son horizontales…
¿Sabes del modelo que te estoy hablando…? Era un aparatote blanco, reluciente.
De esas que uno tiene que levantar una puerta hacia arriba…De las que se ven en cervecerías…bueno ella tenía una grande, inmensa.
Y recuerdo que ella ponía varias gaveras de cerveza…Porque sencillamente no alcanzaba…
Me recuerdo de esa señora…Yo era un chavalito…Y quizás era mas alto que ella.
Pero no recuerdo haberla visto triste o melancólica, mas bien era muy alegre.
O la veía muy alegre o la veía que andaba como “plancha de chino” porque agarraba unas calenturas, a cada rato la veía echando rayos y centellas.
Nelson era su hijo mayor, pero era vago. No le gustaba ir a la escuela.
Y todo el tiempo andaba “huido”, siempre se escapaba del colegio y corría junto a su grupo de amigotes…Y se iban a bañar a un jagüey.
¿No sabes lo que es un “jagüey”?
…Te explico de esta forma…
Anteriormente (Muchos años atrás…Mas o menos en el siglo…pasado) los que criaban cabras u ovejas, escarbaban porciones grandes de terreno y te estoy diciendo que en ocasiones eran de: muchos metros a la redonda.
Digamos unos veinte o ¡no sé cuántos!
El caso era que tanto el Nelson como su grupo de compañeros, se escapaban de la escuela y se iban a “bañar” allí.
Y es que su profundidad, en ocasiones era de varios metros.
¿Te imaginas esto?
…Abajo (O sea en el fondo, que era de tierra.) con el correr del tiempo (¿Cuántos? ¡Ni ellos mismos lo sabrán!) La arena del fondo, se transformaba en “arenas movedizas”  y el que caía allí… ¡Se hundía, por su mismo peso!  Eso era “baba pura”
¡Quedaba “preso” ya que al intentar salir y con el peso y la tierra toda babosa…pues te hundes cada vez mas!
Nelson en la última vez que fue…
¡Quedó preso, inmovilizado…Y ya no pudo salir!
¡Murió ahogado allí!
Me acuerdo que hasta mi casa llegaban los gritos desesperados de esa pobre madre, que lloraba e imploraba por su hijo ya muerto.
¡Me partía el alma, contemplar el sufrimiento de una madre, ante su hijo…Muerto!
¡Qué angustia! ¡Qué desesperación me dio en ese momento!
¡De viaje! Mis padres me prohibieron que fuera a uno de esos “jagüey” y yo en silencio, me preguntaba a mí mismo: ¿Y qué vaina es eso?
¡No lo sabia! ¡Nunca había visto uno de esas cosas!
Y de tantos y tantos regaños que me pegaba mi madre, que me llegó el momento en que ya no aguantaba mas y le dije:
“Mama… ¿Y que vaina es un “jagüey”? – Ella se me quedó mirando.
Me imagino que no supo qué responderme…
- ¡No te quiero ver metido allí…!
- Si…Pero: ¿Qué es un jagüey? – Tenía un trapo en la mano y al no conseguir un razonamiento lógico, ¡me pegó en la cara con el trapo! Y me dijo…
- ¡No seas contestón! ¡Anda y pregúntale a tu padre…Que esas son cosas de hombres!
Y ahí fue cuando quedé mas boludo que nunca. ¡No entendía nada!
Y la razón era muy sencilla, a ella aunque estuviese brava yo le podía preguntarle…
Pero: ¿Al viejo? ¡Ni loco! ¿Yo: Preguntarle eso? ¡Anatema!
¡A “ese” no me atrevía a preguntarle, mientras me estuviera regañando!
Y es que en ese entonces, yo me preguntaba (Y por supuesto…a ellos nunca se los dije.)
Pero… ¿Por qué me regañan a mí…? ¡Si ni siquiera se lo que es un fulano “jagüey”!
Durante años los censuré a ambos.
Hoy en día, reconozco que simplemente fueron los nervios los que los motivaron a caerme a regaño tras regaño.
(Si ya se y tengo que reconocerlo…No fui un “santo” ¡qué digamos!
Pero por ser mas chico, ellos no me incluían en sus “andanzas” yo al igual que “el fósforo” y “el pulgas” éramos los vetados en esos grupitos.)
 …Y Gracias a Dios que no me incluían… ¡No se nadar!
Y nunca me preocupé en hacerlo.
¿No te conté las veces que me escapaba de la “Técnica”? ¿No?
(…Bueno mejor lo dejamos para otro relato, mejor sigo con lo del fósforo, el pulguita y su pandilla de truhanes.)
¡Aja, recapitulando…! Es que te pones a hablarme… ¡Y se me va la volada!
…Bueno, si te callas y me permites seguir…
¿OK?  …Cállate…O si no, ¡no sigo…!
Te contaba…Ah bueno, ya se está incorporando a la conversa el amigo Iván.
¿Cómo te va?
¿Y cómo te entró el año?
…Me estoy refiriendo a este nuevo año…Si, si no nos veíamos ¿desde cuando?
- ¡Uf bastante!
- Bueno Iván, ¿Tú te recuerdas del fósforo y su pandilla? Si éramos vecinos de vereda, su familia y la mía eran amigos. Bueno mi papa siempre me mandaba a comprar “sus cervecitas” a que la señora…La mama de Nelson y el fósforo.
Y de allí, es que puedo hablar con mucha propiedad.
A la muerte de Nelson, todos nos llenamos de luto.
¡Nunca había visto un muerto! (Y mis padres no me permitieron verlo, allí en su urna, nunca)
…Pero a partir de allí, se quedó plasmado en mi ser…esa nueva figura: ¡La muerte!
Mi infancia fue muy feliz. Mi padre y mi madre, se consagraron a atendernos (Gracias a Dios)
Y nunca nos faltó nada. Mi padre era muy riguroso (Sobre todo cuando estaba enojado) y nos mantenía casi como si fuéramos unos “soldaditos” – ¡Aunque él detestaba a esos bichos! –
En ocasiones llegaba hecho una furia y nos formaba –en fila india- primero los mayores… ¡y yo era el tercero! A mi hermano mayor…A ese lo cueraba y ¡bien fuerte! (Cueraba con su correa, que era de cuero grueso y ¡cómo dolía cuando me cueraba a mí!) Y ya cuando llegaba mi turno y como nunca tenía mi tarea hecha (La que exigía todos ¡los benditos días! La “muy bendita” ¡maestrita!) Entonces la emprendía…Dejándome mis pobres piernas, bracitos y mi espaldita…
¡Toda hecha unas grandes marcas de heridas en mi piel!
…Pero me desvié nuevamente (Y ahora no tengo a quién echarle la culpa…Puesto que los dos me están escuchando y con ¡la bocota abierta! ¡Muchacho se te va a caer la baba!)
…Todos estábamos llorosos, nerviosos y yo hasta llegué a soñar que el dichoso: “jagüey” era un monstruo y que me estaba secuestrando y como yo no me dejaba agarrar…entonces me
Perseguía y perseguía. ¡Corría kilómetros enteros y hasta quedaba exhausto! ¡Agotado!
Y en una de esas…Me devolví y le caí  a “puñetazo” limpio.
¡Le rompí toda su horrible cara!
Y para que aprendiera a no meterse con los hombres.
(En ese entonces, ya me consideraba Un Hombre.
Aunque ni siquiera me había salido ni un “pelito”
Y eso que me revisaba a cada ratico.
¡Y hasta le robaba la afeitadora a mi viejo…Para afeitarme…Nada!)
…Bueno, al parecer, ya como que estamos ¡viejos! ¿Verdad?
- ¿Viejo…Yo? – Me preguntó ofendido el Iván.
¡Es una bromita, chico! ¿Estás muy susceptible últimamente, no?
¡No es una broma! ¡Tú no estás viejo, lo que estás es: “un poco usadito”!
- ¿Aja y vas a terminar el relato del fósforo, si o no? – Y me miró con “ojos reveladores” y yo le dije al instante…
- ¡Uyyyyy qué carácter! ¿No quedaste cansado con tanto esfuerzo?
(Y en vista de que me miraba “muy feo” me enserié y…)
- El fósforo…Es una leyenda. ¡Todo un caso!
¡Ese Gran Carajo, se le ocurrió la brillante idea de ser El Mejor Vendedor de Cigarrillos!
Y les cuento…Él empezó robándole a su madre todo lo que podía de las cervezas y refrescos que la señora vendía.
¡No podía ver una sola moneda!
¡Zas, se la metía a su bolsillo!
Y si llegaban a comprar y por casualidad su mama, estaba detrás lavando la ropa de la familia o cocinando o limpiando.
¡El muergano ese estaba “muy pendiente” y servía!
Pero nunca le decía nada a su madre.
Se lo robaba, y asi fue como comenzó él en su “empresa”
Primero se compró una cajita, de esas que traían…
¿Veinte cigarrillos?
¿Se recuerdan…sí…?
Y no se quién se la vendió, porque anteriormente no se la vendían a un menor de edad.
Y no es como ahora… ¡Hasta droga se la venden, a un menor de edad, me refiero!
Y ese “hijo de su madre” me llegó con un cigarrillo que no tenía filtro… ¡De esos viejos!
Y me preguntó: ¿No sabes fumar?
Y yo como era “otro guapetón” le dije: ¡Claro que si!
¿Y cuántos te has fumado?
Y yo le contesté: ¡Ufffff todos los días! – Y me enseñó una cajita…
¡Bella la condenada!
Y es que esos tipos se la saben todas, le colocan fotos lindas y bellas.
Y te hacen creer que los que “fuman” esas porquerías… ¡Se hacen unos “Galanes”!
¡Machos rozagantes y muy varoniles! ¡El prototipo de Hombre que toda mujer “ansía”!
(¿Marcas? ¿Están locos? ¡No puedo hacerle publicidad! ¡Me pueden multar y hasta preso puedo caer!  …Y dígame si se enteran los fabricantes de que yo estoy hablando “pendejadas” ¿de sus productos? ¡Que no voy a decir marcas! ¿OK?)
…Bueno, me saca ¡tremenda cajetilla de cigarrillos sin filtros! ¡Excelente la publicidad!
- ¡Esto lo fuman solamente los: Hombres! – Me dijo con jactancia, a lo que le respondí muy presto y decidido y enseñándole mi mejor “rostros de adulto” y lo reté…
- ¡No veo a mas “Hombres” que yo, aquí!
- ¿A me estás retando? -  Se me cuadró de repente. Y no me le quedé callado…
- ¿No me estás queriendo “ofender”?
- ¿Quién? – Me dijo retadoramente y en guardia.
- ¡Ah! ¿Y no eres tú…”El graciosito”? – Y bajando su guardia, me respondió…
- ¡No, ni loco! ¿Quieres probar uno? – Y en el acto se me bajó toda mi bravura y allí estábamos los dos, que nos sentamos en el suelo y él comenzó a mirar a todos lados y me dijo…
- Mejor nos escondemos… -Él miraba a todos lados, escondiéndose de que nadie nos viera, mientras destapaba el dichoso empaque.
- ¡Allá, vamos a estar bien! Saltemos la cerca…Allí en esa casa, no debe estar nadie, ahora mismo. – Y eso hicimos. (Entonces era muy atlético.)
- ¡Mira, no quiero tener problema con tus papas! – Me advirtió muy seriamente a lo que le respondí muy indignado…
- ¿Yo ya soy un hombre! ¡Y nadie tiene que meterse…en mis asuntos! ¿OK?
- OK. – Me respondió y me alegó en forma condicionante. - …Ya estás advertido.
- ¿Querés pelear otra vez? – Esa parte la obvió.
Me picó el ojo y juntos…
(Digo juntos; pero yo solamente era un mirón. Nada mas.) Comenzó a abrir ese envoltorio.
Me la mostraba como su mayor trofeo.
La abrió con un cuidado…increíble.
¡Jamás lo había visto tan delicado!
…Y cuando la logró desarmar… ¡Aspiró con qué placer!
- ¡Ahhhhhh Huele a vida! Y todos los que lo fumen…Se transforman como esos Cou Boy de esos que aparecen en las películas de indios y cuatreros… ¿Estás oliendo?
(Se inspiraba de una forma tal, que hoy en día lo he visto en esos vagabundos que aspiran la gasolina ¡Esos que llaman “huele pega”! Pues hoy en día, lo puedo asemejar a él, cuando se deleitaba en esa fragancia apestosa a tabaco puro.)
¡Con que parsimonia, con qué delicadeza fue sacando uno solo de esos demonios llenos de humo apestoso!
- ¡Huele…Esto te da: Energías! – Y yo lo miraba “embobado” ya que en verdad, quería ver todo eso que él afirmaba.
¡Pero nunca lo vi! ¡Hasta me traumaticé! – Se me queda viendo, como si yo estuviese al tanto o conectado con él y de repente me dijo con el mayor descaro:
- ¿Y los fósforos? ¿No los trajiste?
- ¿Fósforo yo…? ¡A ti es que llaman así! – El se hecho a reír y al instante, se metió una mano al bolsillo y me pregunto:
- ¿Ah, estás asustado?
- ¿Yo y por qué?
- ¡Ya te lo dije: NO quiero tener problemas con tus viejos! ¿OK?
- ¿Vas a seguir con esa melodía…?
- Toma. Huélelo. Agarrado con suavidad.
A ellos, no les gusta que lo traten con rudeza.
Se pueden partir y ya entonces no podrás fumarlo, ¡como Dios manda! – Y viéndolo, quise emularlo. Por lo menos lo intenté.
Lo tomé con “dulzura”.
Y no lo “apreté” tal como me indicaba.
Me lo llevé a la nariz, para olerlo…
- ¿Y qué te agradó su “fragancia”? – Me preguntó de repente uno de ellos.
- Al querer “olerlo”… ¡Estornudé! No una sola vez, sino mas bien varias.
- ¿Y qué te dijo entonces?
- ¡Se ofendió y me lo quiso quitar de la mano! Pero se lo impedí.
Forcejeamos pero a la final, le gané y me dejó quieto.
Claro tuve que oírle toda su perorata de cómo debía hacerlo.
¡Todo un protocolo!
¡Qué maestría! ¡Qué cuidadoso había que ser!  (…Para fumarse esa: ¡Porquería!)
…Qué tengo que agarrarlo…así…con estos dedos…que no debo apretarlo mucho…porque se puede ofender y ya no me querrá darme “humo”
¡En fin! Tenía que tomar “un curso intensivo” y lo tuve que tomar.
(Aún no entiendo como pude aguantar ¡tanta ridiculez de su parte!)
Allí nos quedamos un rato largo. (¡Qué baboso fui…Bueno esa era mi etapa…)
Primer paso, segundo, tercero y así… ¡Que espantoso fue todo eso!
¡Hasta que ya lo vi cuando encendió el suyo! – Levantó su cara, cerró sus ojos…aspiró…contuvo el aire en sus pulmones…pasaron unos instantes, que a mí me parecieron demasiados…
¡Y al fin!  …Lo soltó… Ese humo se esparció por todo el espacio sideral.
¡Qué elegancia! ¡Qué Glamour!
Y viéndome fijamente me dijo:
- ¡Ya se que nunca has fumado uno de estos…! - ¡Me ofendí ante semejante desfachatez!
- ¿Y quién carajo me está retando? – Lo empujé, pero él adivinando mi reacción se apartó rápidamente, así que quedé todo desbalanceado ante él.
- ¿Retando? – Me preguntó medio riéndose. Yo estaba como “plancha de chino”
- Bueno, llamándome: ¡Mentiroso!  ¿Querés que te parta nuevamente la nariz?
- No. – Me confesó medio en serio.
- Entonces no me estés llamando mentiroso. Que no lo soy. – Y me respondió así…
- Si claro. – Y acto seguido, siguió fumando.
Le veía como doblaba sus ojos.
¡Y se perdía en el infinito!
Y en el fondo, yo me dije… “También quiero hacerlo, nada mas para ver lo que se siente”
Y así lo hice. Lo amenacé para que me diera sus fósforos y en cuanto me los dio…
Lleve esa hierba a mis labios…tosí nuevamente. (Ese hedor, me sofocaba.)
Y lo vi que se reía de mí, pero en cuanto se percató, apartó su cara hacia otro lado.
Vi su espalda, como se estremecía.
Y me dio mucho coraje. No podía sostener a ese condenado cigarrillo en mi boca…
Mi saliva lo mojaba y se me diluía…Sin poderlo sostener con esa “delicadeza” que él lo hacía.
(Con toda seguridad: ¡Estaba haciendo el ridículo!  …Pero no podía permitirme “ese rayón”
…Eso: ¡Jamás!)
Pero para no quedarme atrás…Obvié ese paso y al darle al desgraciado fósforo…
Una parte de la cabeza, en donde se concentra el carburante, ¡la cosa esa! de la cerilla…
Se quedó pegada en mi dedo y ¡me quemó!
¡Quedó rojo! ¡Qué doloroso fue eso compañeros!
Con decirles que vi hasta al mismo demonio…
¡En pelotas! …Y chillé y gimotee hasta el cansancio.
Causándome tremenda herida. Boté el condenado cerillo, con furia.
(Mientras ese gran carajo, se estaba cuajando de la risa, pero en cuanto me le quedé mirando, dispuesto a descargar mi furia en él…Cambió y puso su cara de “baboso”.Y yo me hice el que ya no me dolía, para nada. Y con todo mi dolor, disimulado por mí….)
Y saqué otro y al instante, y con ese verraco dolor pegado en mi dedo…
¡Logré encenderlo…! ¡Al fin! Y le demostré que yo era en verdad…Todo un zoquete.
Intenté hacer lo que ese idiota había hecho: ¡Aspiré con mucha fuerza!
Pero ya no pude hacer mas nada. Caí de bruces. Todo se me nubló.
¡Hasta allí me recuerdo!
¡Caí desmayado! ¡Me desvanecí en el acto!
Y en mis recuerdos…Lo vi a ese desgraciado, ¡riéndose a carcajada limpia de mí!
…Y después que me llevaron al hospital…Porque me estaba muriendo…
Cuando logré recuperar mi conciencia…Todo el mundo me daba vueltas.
Yo gritaba: ¡Ya dejen de darme vueltas! Y ¡Fuaz! Me iba en vomito.
Me sentí protegido, ya que me rodeaban enfermeras y médicos…
A lo lejos, veía personas que me observaban. Y cuando ya pude volver en mí…
Era mi madre, toda llorosa y mi padre…Con cara de pocos amigos… 
¿…Mi padre está aquí?
¿Y quién @#~·##### lo llamó?
¿Y ahora…Quién podrá defenderme?


Maracaibo; jueves 23 de enero de 2014.
Belbaltodano.-



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