“Mí Ondina”
- ¡Adiós Mundo Cruel! Me retiro por tiempo indefinido…
¡Morfeo reclama toda mi atención! ¡Chao…Bye…Adiós!
…El silencio y la profundidad vuelven a mí…





   


III
“Mí casual encuentro”


- ¡Hola! ¿Y cómo estás? – Una melodiosa voz femenina me vuelve a mí despertar. Muy agradable por cierto.
- ¿Quién eres? – Le pregunté tratando de abrir  mis ya pesados parpados. Los violentos rayos solares, hieren mis pupilas.
Estoy consciente de que apenas me estoy despertando.
Apenas he logrado medio abrir mi ojo izquierdo, el otro persiste en seguir en lo suyo. A mis oídos llegan comparsas angelicales…
- ¡Me llano Nere! – Su voz me sonó algo así como infantil.
Me sorprendió y rápidamente intento sentarme.
Aún no he descubierto en dónde carrizo me encuentro.
- ¿Nere? ¿Nere…Qué? – Le pregunto en forma brusca.
Ya en este momento siento miles de picazones por todo mi cuerpo.
- …Nere. Simplemente: Nere. – Me respondió y de inmediato la escuché reírse con todas sus ganas.
- ¿Y de qué te ríes? – Inquirí molesto. Porque asumí que se burlaba de mi aspecto de dormilón.
- ¡De tú cara, mira ya ni puedes abrir bien tus ojos! – Molesto accedí a su pedido. Era apenas una niña. Blanca como la leche.
Sus cabellos eran hermosos. Largos y trenzados.
Su color me confundió, ya que me encandiló. Me froté con fuerza mis parpados. Y estuve en esa función varios segundos y de repente llegaron a ser minutos.
Ella esperó pacientemente.
Hasta que al fin, pude contemplarla mejor.
¡Si que era bellísima! La tez de su rostro inspiraba hermosura.
Sus ojos eran grandísimos pero muy simétricos.
Su pupila derecha era de un verde intenso, tal como reflejan las algas en las profundidades marítimas.
Y su pupila izquierda era de ese azul marino que hechiza y te hace olvidar todas tus penurias.
¡Me bañé con la ternura de su mirada!
¡Quedé hipnotizado al instante!
¡Me sumergí en ese mar hermoso y bravío!
Y en ese instante sentí que perdí algo muy preciado para  mí:
¡Mi poder de decisión! Mí voluntad expresa para decidir: ¿Si o no?
Renuncié voluntariamente a este derecho. Ya no lo quería.
- ¿Quieres nadar conmigo? - ¡Ah qué agradable y melodiosa voz!
¡Me encantó! Y no me pude resistir y cuando menos me lo creí…
¡Desapareció en mí…Ese cansancio atroz que me encorvaba!
Cuando la busqué a mi lado, ya no estaba allí.
Pude ver una zanja profunda en la arena.
Señal inequívoca de que alguien se había arrastrado.
No eran pisadas. Y se dirigían directo hacía el mar.
Yo me encontraba a unos veinte metros, en la orilla.
Y cuando levanté mi cabeza…
¡Vi una cola de pescado! Que se hundía con mucha precisión dentro de las frías aguas saladas.
Su color era como grisáceo.
Asombrado pestañee y me froté nuevamente mis parpados.
Estaba asombrado. ¡Jamás he presenciado algo igual!
- ¡Es una S i r e n a! – Grité de repente. ¡No lo podía creer!
Ella apareció de nuevo, flotando. Le vi sus hermosos pechos.
Su cabellera que me había encandilado, y es ahora cuando entendí del por qué: ¡Eran dorados como el oro!
¡Y me cantó como toda una sirena!
Alelado la amé. Quise poseerla y controlarla con mi mirada.
¡Qué fuera solamente mía y de nadie más!
¡Eso es lo que deseo con todo mí frenesí!
Pero he de reconocerlo ahora…
¡He perdido mi voluntad, ahora es ella la que me la tiene y desea que me vaya con ella!
No era una niña. Lo que pasaba era que como no tenía pies, se arrastraba con su larga cola y yo en mí sueño, la vi pequeña.
Pero no era así. En realidad es una hermosa y radiante princesita.
Oigo su alegre melodía. Su cantar es cautivante. Me enloquece.
Y no me puedo resistir. Así que corro con toda la fuerza y la velocidad que mis piernas poseen.
Su canto se hace irresistible para mí.
Es una droga que me embelece. Me subyuga y somete.
¡Y ya estoy en las aguas! Una ola choca contra mí humanidad y me tumba. Me levanto y es cuando siento que otra más fuerte que la anterior me arrastra sin miramiento alguno.
Grito: ¡Nere…Espérame! – Siento mucha presión.
Algo me está deteniendo. Con fuerzas trato de zafarme.
Pero no me dejan en libertad. Al contrario, es ahora que siento enorme peso encima de mi cuerpo.
- ¡Suéltenme desgraciados! – Ya estoy consciente de que quienes me están sometiendo son mis propios amigos.
- ¡No puede ser! ¡Suéltenme ya!
- ¿Estás loco? ¿Qué te está pasando? – Me grita uno de ellos.
- ¡Amárrenlo qué está loco!
- ¿Por qué me someten así de esta forma? – Los increpó en forma muy violenta. Me encontraba encolerizado.
- ¿No ves que te estabas ahogando?
- Te vimos que dormido corriste y te adentraste a la mar que está picada. ¿No ves lo alto que están las olas? – Ciertamente me encontraba a varias decenas de metros de la orilla y el agua me llegaba ya a los hombros. Y no me recuerdo que estaba dormido. No señor. Fui detrás de mí Sirena, atendiendo a su llamado.
- ¿Estás loco? – Me gritó otro de mis amigos.
Me sujetaron con toda la fuerza disponible y literalmente me sacaron a la fuerza y a pesar de mi terca intención de seguirle los pasos a mi “encantada Nere”.
Luché hasta donde mis fuerzas me lo permitieron.
Estaba desaforado buscando mi idilio ya perdido.
En la distancia seguía tan agradable ensueño.
Y a lo lejos, pude verla… ¡Qué bella criatura!
¡Con sus brazos me clamaba mi presencia!
Reclamaba mi presencia… ¡Pero estos condenados no me dejan ir!
Pero ya tengo agotada mis fuerzas. Estoy exhausto.
Y ya no aparece en todo el horizonte. Se fue.
Tanto que me pidió que la acompañara, pero no pude.
Me embarga un desaliento enorme. Entro en tristeza aguda.
No sé qué me ocurrió.
Pero lo cierto era que me estaba ahogando y si no hubiesen estado cerca ellos…No sé que me hubiera ocurrido.
Pero aún así, en lo más profundo de mis oídos escuchaba esa melodiosa canción de mí ondina.
Mi sirena bella como la faz marina.
Seguí insistiendo, pero ellos eran muchos ¿y yo?
Solamente era yo.
Así que me sometieron y me llevaron al sitio en dónde me había dormido. Me llevaban cargado entre todos ellos.
Muchos golpes que me propinaban en la espalda, me hicieron arquear en varias ocasiones y vomité litros y litros de agua salada.
Ya estaba rojo, amarillo y hasta verde.
Pero mis broders lograron sacarme hasta la última gota salada.
Me sentaron y ya estaba blanco y helado.
Me pusieron de todo.
Toallas una tras otra. Tiritaba.
Mis quijadas temblaban.
Los espasmos me hicieron doler todo mi diafragma.
Y mi cuerpo magullado acusaba todas las revolcadas que me propinaron las olas violentas.
Me sentía una piltrafa humana. Todo deshecho.
Pero mi atención se volcaba en el mar y en el sitio en dónde por última vez la logré ver.
¡Qué beldad!
Y muy dentro de mí, sonaba su armoniosa melodía.
Sus acordes y cadencias, se quedaron guardadas en mis recuerdos.
Y en mí piel quedó impregnada su presencia.
Y al frotarme, la veía a ella en el momento en que me despertó para que me fuera con ella. Sin lugar a dudas…
Estoy prendado de su exquisita y exuberante belleza.
Jamás en mí vida he sido testigo de ¡tanta magnificencia!
Su cabello largo dorado y brillante.
Y la forma en qué me miró… ¡Me tragó!
Sentí que era vital para mí estar allí, debía comparecer…era preciso. Es más: ¡Quiero estar allí!
Aunque solo fuera para “remozarme” en su presencia.
…Y no sé en este momento, qué fue lo mejor para mí:
El que me agarraran mis amigos o el poderme haber ido con ella.
…Ojala me hubiese…ido con ella…

 ....Este relato termina aqui...Mañana vuelvo....

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