"Cachirulo"
- ¿De verdad…No supiste nada de eso?
- …No. ¿Y por qué debía de estar interesado? Como te dije, yo estuve concentrado en mis negocios…Ya lo sabes…
- ¿Y eso…Tú te enteras de todo lo que pasa por aquí?
- …Bueno, Diego. La verdad, es que he estado de viaje. Tú sabes…Negocios…
- ¿Negocios, tú Cachirulo…De qué…?
- …Compro y vendo…Todo legal… Estoy creciendo y en algún tiempo, me convertiré en un hombre de negocios y muy prospero… Ya lo verás. Algún día de estos me vas a ver montado en tremendo negoción. ¡Estoy dándole duro, ya que deseo crecer rápidamente!
Y de repente hasta monto una compañía de vigilancia o una de valores… ¡Quién sabe! 
- ¡Cónchale entonces te está yendo muy bien!
- Me estoy moviendo. Compro – Vendo – Permuto. Estoy en muchos negocios.
- ¡Ah, ya entiendo! Mira, es conveniente, que averigües. ¿Podrías hacerlo? – (¡No que va, Cachirulo  es un alma de Dios! Pobrecito a leguas observo, que nada sabe.)
- …Bueno, sí. Podría intentarlo…
- ¡Hazlo por favor! ¿Tú podrías ayudar a esa gente?
- ¿…A quiénes…?
- ¡A mis vecinos, chico!
- ¿…Pero, ellos me conocen a mí…?
- No. En verdad, que no te conocen.
- ¡Cuidado con una vaina, Diego!
- ¿Con qué amigo?
- …Que no me vayan a meter en “Eso”
- ¿En eso, qué?
- Mira Diego, nosotros somos muy amigos desde hace años. ¿Pero a ti y a los tuyos, les pasó algo?
- ¡No, ni qué Dios lo permita! No, a nosotros ni con el pétalo de una rosa. Pero a esa pobre gente…
- ¿Y qué les pasó…? ¡Cuéntame por favor! – El jefe, puso una cara de mucha tragedia y le dio la impresión a Diego, que por primera vez en su vida. Se estaba interesando en algo. Siempre le daba la impresión de que era un ser, como medio ido. Aparentaba estar siempre interesado en sus “Negocitos” tal como siempre lo manifestaba.
Así  que se tomó la molestia de informarle, todo cuanto había acontecido.
Hasta le contó de todas las proezas de los policías, queriendo indagar hasta del más mínimo detalle, pero que hasta ese preciso instante…Nada descubrieron.
El oyente, estuvo muy presto a todo cuanto le narró. Hizo muy pocas preguntas. Mostró mucho interés.
- …Bueno, por lo que me estás contando… ¡Les dieron muy duro a esa pobre gente!
¡Pobrecitos, lo lamento mucho por ellos…! Sí en mi 
 estuviera, yo mismo los defendería. Y te consta. Pero, ya bien sabes, me la paso sumamente ocupadísimo.
- …Pero si tú quieres, puedes ayudarlos.
- ¿Pero ellos desean mi ayuda?

- Hace una semana hablé con el señor Ramón Fuentes, que así se llama, el jefe de esa familia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario