"Momotombo"
("Gran Cumbre Hirviente")

- ¡Así es chavalo! – Le respondió suspirando.
Realmente no estaba interesado, a pesar de que era una maravilla de la naturaleza, con todo su esplendor.
- ¡Y es un volcán, muy peligroso! Con éste no se juega, porque cuando se pone bravo, ve que se ponen feas las cosas. La historia así nos lo ha recordado.
- ¿Ya hizo erupción?
- ¡Ni Dios lo quiera! – Dijo asustado persignándose repetidamente. – Con ése no se puede jugar uno. ¡Es de muy malas pulgas! Ve es mejor que hablemos de otra cosa.
- ¿Cómo qué? – Le respondió siempre pendiente de esa majestuosidad aérea. - ¿No ves acaso que con su trompita diera la impresión de que está besando el cielo? ¿Por qué estás ciego y lo niegas con tanto énfasis? Lo que veo es más que evidente. La tierra unida al cielo, hacen un eterno contubernio. ¿Te asustas al consciente estar? que lo evidente ya no se puede negar. – Su compañero movía su cabeza en señal negativa y siempre sonriendo le expresó…
- Ve que la inmensa mayoría de los poetas se están muriendo de hambre. A excepción de nuestro Gran Poeta por Excelencia: Rubén Darío, el Príncipe de las Letras Castellanas. Mejor hablemos de nuestros estudios, pronto comenzarán los exámenes y debemos estudiar porque si no, nos van a raspar…además a eso han venido hoy, ¿no es cierto?
- ¿Ah, eso? ¡No os turbe tu entender! Ya pronto nos pondremos de acuerdo, lo que pasa es que desde aquí, puedo vislumbrar mucho mejor a ese monstruo, que me absorbe y subyuga. ¿Te imaginas cuánta historia se asentarán en sus entrañas? ¿Qué de cosas no sabrá? ¡Ah, cuánto me gustaría poseer ese don tan fantástico…!
- ¿Y cuál es ese don…? ¡Sos loco!
- …El de poder escucharle toda su historia. El de poder hablarle, tal como lo estamos haciendo los dos, el de poderme extasiar solamente escuchándolo. ¡Eh pasaría horas de horas! Y
- ¡Vos sos loco! Nadie puede hablar con un volcán y menos si este está apagado. Además, ¿cómo sería eso…hablar con piedras, arboleda, arena…? ¡Definitivamente sos un loco de atar!
- ¿Qué te asusta hablar con la montaña?
- ¡Por supuesto que sí! ¿Te imaginas hablando con algo inanimado…sin vida, estéril?
- ¿Inanimado, estéril…sin vida? ¡El que está crazy sos vos! ¿Acaso no sabés que hay gente que habla con los muertos?
- ¡Zape! ¡Bien lejos de mí ave de mal agüero!
- …Yo no creo tenerle miedo a hablar con los muertos y menos con ese gran Momotombo…
- Y eso que no sabes, lo que descubrieron hace poco…
- ¿Qué José? – Su compañero de estudios, bajó el tono de su voz dramáticamente y puso cara de extrema seriedad y escondiéndose de que más nadie lo escuchara, se acercó y le susurró en sus orejas…
- Hace poco descubrieron las osamentas de dos militares, que al parecer los mataron y quizás ni sea allí mismo, pero allá los fueron a botar.
- ¿A dónde? – Le susurró también.
- En sus laderas, cerca de las faldas del Momotombo. Pero acá en Managua, se puede divisar por casi todas partes. ¿No te has fijado?
- Ciertamente, pero desde dónde estoy viviendo no es igual, que desde acá. ¿Será que es más alto?
- Puede ser. Pero ya desde pequeño me han enseñado a tenerle miedo a todo eso.
- ¿Miedo y por qué? Cultivas lo innecesario y procaz. ¡Saca de tu vida la basura! Y atesora la belleza que te bordea. Aunque consciente estoy de qué nunca lo harás…
- Desde pequeñito siempre he escuchado tantos relatos y todos son espeluznantes. ¡Yo le tengo temor y no me da pena reconocértelo! ¡Le tengo un temor reverencial! Y el sólo pensar en,  ¿ir a escalarlo? ¡Qué va, no estoy de remate! ¡Allí salen muertos en estado de putrefacción, vuelan y se les meten en el cuerpo de la gente! Son locos asesinos. ¡Asustan y te causan pavor! ¡No es buena idea ir hacia esa montaña!  …Y aunque no lo puedas tolerar, en éste hábitat me han criado y de malagradecido no me han preciado…
- En cambio a mí me atrae, que parece que causa en mí un embrujo natural. Siento el aroma de su flora. Oigo la diversidad animal que allí habita. ¿Escuchas? Son una gran diversidad de melodías. ¡Agradables sonidos! Los pájaros, pericos, loros, lechuzas. ¡Debe ser el edén, en la tierra! ¿Por qué en ti escasea y en mí abundan? ¡Gracias a mí Dios, mis sentidos están bien direccionados y lo que siento lo puedo expresar, tal como lo aprecio! ¡Qué alegre me hace sentir el ser como soy!
- Hablar con los animales, con la tierra… ¿yo parlando con una lechuza? ¡Estás de remate…al manicomio te voy a encerrar! -  José lo miraba con estupor, pero su interlocutor omitió todos sus comentarios y siguió alegremente en su perorata.
- Culebras, porque sospecho que deben haber especies que jamás sospecharán que existen. – Y conociendo del enorme pavor que su amigo les tiene, comenzó a mirar con miedo hacia el piso y agudizando su voz, exclamó: ¡Cuidado… que pueden aparecer por todas partes…! Parecen mangueras de las que nosotros utilizamos para regar…
Ese siseo muy característico de estos seres de sangre fría. Habrán de venenos tan tóxicos que te aniquilan en cuestión de…segundos. ¡Tienen esa jeta más grande que la de un hipopótamo! ¡Ufff y ese hedor! ¿Será que no se la lavan? Y tan blanquitas que se ven…
¿Sabés que con su vaho, hipnotizan a sus presas?  …Te hacen así…y los babosos, ¡caen en sus fauces! Aunque también las hay que te caen a latigazos. Te parten tus carnes, brota tu sangre. ¡Horror! Te persiguen por donde te metás y no te dejan en paz. ¡Zas…zas! Y en cada latigazo…el dolor es horripilante.
¿Sabés que también las hay que te trituran?  …Se te enrollan, les dan una, dos, tres y todas las vueltas que puedan y después comienzan a estirarse y estirarse y eso se traduce en presión, presionan a centenares de libras de fuerza…te sofocan, te falta el aire y la vida se te va…y te trituran tus huesos, carnes y ¡todo! Quedás como carne molida…y después te tragan. ¡Y allí se acaba todo!
¿Y sabés que las culebras tienen algo muy peculiar?
- …No. ¿Qué es?

- Son como las mujeres…mientras más bellas, ¡más peligrosas! Así que si por casualidad, te topás con alguna de ellas y es bien bella, de sus frutos no cojás…y si la inteligencia te asesora y tu voluntad no te falla… Qué tu vista te atesore y tu imaginación vuele y tus piernas haga funcionar… ¡Huile! ¡Sé bien sensato…! ¡Corré lo más rápido que podás! ¿Suena a gracia? Se te pueden volver tu peor desgracia. Haceme caso e idiota no te volverás. Y de ése tipo de casos, a diarios verás. 

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