"¡Apunta Junípero...Apunta!"


- ¡Tú vecino más cercano! – Respondió casi al instante Jaime.
Los tres se congratularon del celo de esos vecinos.
Al final, se dirigieron en su carro al dichoso usufructo que estaba en venta. Jaime se bajó del carro.
Tocó en el portón. Esperó. Y nadie salió. Jaime siguió insistiendo.
- ¡Toca la corneta del carro Miguel! – Opinó Jaime.
Miguel, tocó tímidamente la corneta.
Esperaron…y nada…nadie, ni salió…ni contestó.
Aguardaron.
- ¡Ni perros nos han ladrado!
- …Vuelve a tocar Miguel…
- …Al parecer…no hay nadie.
En vista de que nadie contestaba. Jaime propuso:
- ¡Mejor se  bajan… y tocamos el portón de nuevo!
- ¿Y eso por qué? – Preguntó Miguel.
- La gente del campo, es muy desconfiada Miguel – Aseveró José.
- ¡Es cierto! – Confirmó Miguel.
Miguel y José, se bajaron del carro y fueron hasta el portón.
Tocaron. Esperaron. Insistieron.
Al rato, salió una tímida mujer, quien al verlos, los detalló de pies a cabeza. Miraba a uno y a otro. Y sin ningún tipo de recato, ni pudor  les preguntó a boca de jarro:
- ¿Son cobradores?
- ¡No!
- ¿Son evangélicos?
- ¡No!
- ¿Son vendedores?
- ¡No!
- ¿Vienen a traernos algo bueno?
- ¡No!
- ¿Ustedes son malos?
- ¡No!
La suspicaz fémina, los miraba con aprensión. Su recelo se confundía con su  temor. Era evidente su incredulidad. Asegurándose a sí misma, que allí habría una trampa “Caza bobos”. Seguro que sí.
- ¡Pues tienen cara de malas intenciones! – Les espetó después de un minucioso examen. Asegurándose a cada instante…”Algo se traen entre manos”
- ¡Por favor!
Reticente y sin disimular su incredulidad, insistía en sus preguntas. Ya que su desconfianza crecía a la par con su recelo.
- ¿Seguro…que no son ni malos…ni cobradores…ni vendedores?  ¿Ni evangélicos?
- ¡Somos gentes de paz!
- ¿Son familia de mi Señor?
- ¡No!
- ¿Acaso  son de mi familia?
- ¡No!
- ¿…Seguramente son del gobierno…?
- ¡No!
- ¿Ah…vienen a cobrar la electricidad…?
- ¡NO!

- ¿…Están cobrando el agua…acaso…?

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